El terciopelo, los colores oscuros, las alfombras bien mullidas y las mantas gruesas triunfan tanto a la hora de decorar un dormitorio como a la de convertirlo en un lugar confortable y acogedor. Pero al llegar el verano eso cambia y el interés hacia ellos se desvanece, quedando relegados al final del armario hasta el final del otoño.
Las temperaturas suben (mucho) y es necesario acondicionar la casa para adaptarla a ellas, en especial el dormitorio que facilitará el descanso en esas noches tan calurosas. El truco estrella es hacer del blanco el gran aliado. Si hace mucho que no pintas las paredes, ahora es buen momento para sanearlas y que se vean tan luminosas como las de la típica postal de Oia, el icónico pueblo situado en la isla griega de Santorini.
El blanco y los tonos tostados son los preferidos para vestir la cama al subir las temperaturas. Además, los textiles de algodón son muy agradables y frescos.
En segundo lugar, hay que prestar especial atención a los textiles. Mientras que las cortinas pueden ser fácilmente sustituidas por unos visillos blancos, la ropa de cama debe resultar lo más agradable posible permitiendo la transpiración. En este sentido, existen opciones como el lino, la seda y, sobre todo, el algodón que ofrece una suavidad y frescura inigualables.
Aunque al llegar la noche puedes retirar la colcha sin problemas se recomienda sustituirla por una de verano más ligera, por ejemplo en colores neutros con textura acolchada y contorno redondeado, que recordará a las olas del mar. Los estampados botánicos, marineros, de rayas y étnicos también son otras de las propuestas que refrescarán el ambiente. Como complemento, cojines mullidos de algodón manteniendo la gama de colores, especialmente azul y verde.
Las fibras naturales son el aliado perfecto para conectar con la naturaleza y transmitir sensación de frescor.
Foto: Karolina Grabowska vía Pexels
Por lo general, no suele prestarse demasiado atención a las lámparas y son un punto importante a la hora de transmitir sensación de frescor. Todas las elaboradas con fibras y materiales naturales que dejen pasar la luz son una buena opción. Ratán, mimbre, yute o bambú aportan calidez y conectan con la naturaleza creando un espacio muy acorde con el movimiento slow life.
Si no te interesa cambiar la lámpara pero quieres adaptar esta idea, solo hay que aplicarla en otros lugares del dormitorio como una silla, un puf o un espejo. Estos materiales están en tendencia continua y resulta muy sencillo encontrar objetos y mobiliario elaborados con ellos.
La decoración con elementos naturales, sean marinos o no, siempre aporta frescor y un toque muy especial al dormitorio. Pueden colocarse en una bandeja de cristal o disponerse sin más sobre una estantería.
Foto: Karolina Grabowska vía Pexels
Por último, caracolas, estrellas de mar y otros elementos marinos bien dispuestos en un tarro de cristal complementarán la decoración del dormitorio dándole un toque refrescante y estival.