Decía El Principito: "si me dices, por ejemplo, que vienes a las cuatro de la tarde empezaré a ser feliz desde las tres". El placer del ritual de preparar la mesa y recibir requiere que se cuiden todos los detalles. Una vajilla bonita y a ser posible artesanal, una comida deliciosa y un mantel de cuadros es todo lo que necesitas para crear un escenario campestre que dejará a tus comensales con el corazón optimista. En las mesas de verano hay un truco que no falla: huye de la sofisticación para dar en el clavo de la naturalidad.