En los últimos 50 años la evolución de las instalaciones domésticas ha sido exponencial en cuanto a sus prestaciones, pero también en su impacto sobre nuestra salud. Resumimos esta evolución constante en 25 claves que nos acercan hasta el momento actual.
1. Cada vez más tecnificados
Hasta hace unas pocas décadas, toda la instalación de una casa cabía en un par de huecos de 20 x 20 cm en la pared para los contadores, automáticos y la llave de paso del agua. Hoy necesitaríamos un cuarto de más de 5 m2 para albergar todas las opciones: aerotermia, acumuladores, filtros de agua, placas solares térmicas y eléctricas, cuadros de control de domótica, cuadros generales de protección eléctrica, etcétera. Además, si sumamos todos los aparatos electrónicos domésticos que hemos introducido en casa se comprenderá que el nivel de complejidad tecnológica y su potencial influencia sobre la salud son enormes.
Ambiente con decoración de fermLIVING.
2. Edificios Enfermos
Este incremento exponencial de elementos high-tech, junto con una construcción mayoritariamente metálica y sintética, ha dado lugar a ambientes interiores perjudiciales para la salud. En la década de 1980 ya se detectaron problemas persistentes; a principios de siglo, la OMS reconoció el término Síndrome del edificio enfermo para aquellas construcciones que enferman sistemáticamente a sus usuarios.
3. Dolencias inéditas
Para que un edificio se califique con el término “enfermo” más del 20% de sus usuarios –viviendas unifamiliares al margen– ha de presentar dolencias similares que no hayan padecido antes. Una de las primeras enfermedades detectadas en España fue la lipoatrofia semicircular, consecuencia de una contaminación electroestática muy elevada; sus efectos, por suerte, no eran graves, pero sí antiestéticos.
4. Seguridad accesible
Antes de continuar es preciso anticiparnos a la primera gran duda que le surgirá al lector: implementar soluciones más saludables en las instalaciones de una vivienda no significa que vayamos a gastar más dinero. Evidentemente, como en toda construcción, habrá decisiones que incrementen el presupuesto, pero otras no lo harán, y algunas incluso representarán un ahorro a corto, medio o largo plazo.
5. Equilibrio energético
El electroclima de una vivienda es el estado de equilibrio o desequilibrio de los campos eléctricos alternos, los campos magnéticos, los campos electromagnéticos, la electroestática y la ionización del aire. Todos estos parámetros se ven afectados por la naturaleza y las características de las instalaciones que existen en nuestros hogares; la combinación de malas decisiones puede ser problemática.
6. Ambientes sobrecargados
Los ventiladores de disipación de calor de ordenadores, minicadenas y portátiles, el constante roce de la suela de los zapatos y la ropa con superficies sintéticas como la pintura plástica de las paredes o un suelo sintético generan la acumulación de carga eléctrica en el ambiente, producen rampas por pequeñas descargas y acumulación de polvo que pueden producir enfermedades respiratorias.
Mesas Morphe, de Atelier STRAF.
7. Ondas ocultas
Las redes de telefonía y wifi se clasifican como campos electromagnéticos de baja frecuencia (la alta frecuencia son los rayos X, la luz visible también tiene una frecuencia superior). Estas ondas tienen dos tipos de efectos sobre la salud: los efectos térmicos, poco determinantes, y los no térmicos, clasificados como posiblemente cancerígenos.
8. El campo magnético
El campo magnético se genera por el movimiento de cargas eléctricas; alrededor de los grandes electrodomésticos suelen existir campos de cierta magnitud. Cada vez hay más evidencia científica sobre la afectación por exposiciones prolongadas, aunque de baja intensidad. Están clasificados como potencialmente cancerígenos por la OMS.
9. La toma de tierra
Existen numerosas acciones técnicas para controlar, apantallar o derivar la contaminación electroestática, los campos magnéticos o los electromagnéticos, pero todo pasa por la ejecución de una correcta toma de tierra. Como tienen tendencia a disolverse y dejar de funcionar con el paso del tiempo, es recomendable que sea registrable.
10. Los apantallamientos
El control de los campos magnéticos es el más complejo. Se realiza con láminas y paneles de diferentes metales no magnetizados (como el aluminio). Por suerte estos campos son menos comunes. Los electromagnéticos se paran con pinturas y cintas conductoras, derivando su incidencia a la
toma de tierra.
11. La iluminación artificial
La iluminación artificial mide su incidencia en la salud a través de otros parámetros; en esencia, hemos de tratar de crear ambientes de luz que respeten y refuercen los biorritmos, y esto se consigue replicando la iluminación exterior en el interior de la vivienda a través de la intensidad, la temperatura de color y el índice
de reproducción cromática (IRC).
Lámpara Apollo portátil, diseño de Studio 0405 para Hay.
12. Sistemas de clima
Existen, esencialmente, tres sistemas de climatización que abarcan frío y calor, cada uno de ellos con distintas características en términos de salud, pero diferentes también en complejidad y coste. Se trata de los sistemas de convección (radiadores), impulsión (bomba de calor y aire acondicionado) y radiación (suelo, paredes o techos radiantes).
13. Convección: barata, pero con impacto visual
El sistema de climatización más utilizado en las últimas décadas es el de convección por radiadores. Solo puede utilizarse como refrigerador si el sistema de intercambio es una aerotermia; en sistemas de calderas de gas convencionales solo funcionará como calefacción. Es un sistema económico, sencillo de instalar y mantener, que no remueve el polvo y, bien distribuido, ofrece una repartición correcta de la temperatura. Tiende a estratificar el aire, quedando el de mayor temperatura pegado al techo.
14. Respirar aire caliente
Cuando respiramos, el aire que inhalamos aumenta de temperatura hasta los 36 grados. En ese proceso las moléculas de aire se dilatan en los pulmones, aumentan de tamaño y absorben agua hasta alcanzar el 100% de su capacidad; este proceso favorece la liberación de toxinas a través de la respiración. Si el aire que inhalamos ya es muy caliente o muy húmedo, este proceso de desintoxicación
es mucho menos eficaz.
15. Caminos de contaminación
El sistema de calefacción menos recomendable en términos de salud es el de impulsión de aire. Este circula por conducciones, normalmente de revestimiento metálico, y tiende a resecar mucho el aire, a aumentar la electricidad estática en el ambiente y a levantar polvo; esto último es muy problemático para muchas personas; las alergias al polvo son cada vez más comunes en nuestra sociedad.
16. Humedad y estática
La industria es muy consciente de que el aire canalizado puede ser un problema, por este motivo podemos complementar el sistema con sensores que compensen esta circunstancia desfavorable. Así, podemos instalar un sensor de humedad relativa para mantenerla entre el 40% y el 60%, que es la horquilla ideal, o escoger acabados interiores no sintéticos que ayuden a disipar la electricidad estática.
17. Calentar como el sol
El sistema de climatización más saludable de los comentados es el de radiación. En esencia es el método que más se asemeja al sol: trabaja fundamentalmente sobre la materia y no sobre el aire, es decir, calienta paredes, suelos y techos además de nuestros músculos y huesos. Los materiales de construcción actúan como baterías térmicas. Además, es
un sistema muy eficiente.
Proyecto de Paul Meekels.
18. Inversión a largo plazo
A pesar de su alta eficiencia, todavía es un sistema cuyo coste de instalación hace que en muchos proyectos sea desestimado; además, su uso suele llevar implícito un refuerzo en el aislamiento del edificio, que también aumentará el presupuesto. La buena noticia es que su elección puede llegar a reducir la factura de la luz de tal manera que se amortice en pocos años.
19. Confort sin polvo
Uno de los aspectos más destacables de la calefacción por radiación es que no mueve el aire; al ser los materiales los que irradian y absorben calor podemos llegar a ventilar toda la casa con aire frío del exterior en pleno invierno, ya sea de forma natural o forzada, y seguir sintiendo un elevado confort térmico. Por tanto, nunca levantará polvo.
20. Radiación fría
La radiación también puede ser fría, aunque su eficiencia baja y el precio sube. Por ello es más habitual combinar calefacción radiante con sistemas de aire impulsado para la refrigeración; aunque levanten polvo no respiramos aire caliente. Su baja eficiencia se debe a que se limita la temperatura de enfriamiento para que el aire no condense.
21. Sistemas de ventilación
La ventilación merece un capítulo dentro de los sistemas de climatización pues ambos están íntimamente vinculados. Los sistemas de ventilación tienden a bajar la eficacia de cualquier método porque introducen aire a temperatura exterior en un ambiente climatizado, excepto si se instalan con recuperadores de calor.
22. Filtros y sensores
Estos sistemas pueden incorporar filtros y sensores para controlar la calidad del aire interior. Hemos mencionado los de humedad, pero también cuentan con detectores de CO2, filtros de partículas contaminantes en función del entorno, reguladores de iones en el ambiente, etcétera. Cuantos más sensores, mayor será la inversión.
23. Tratamiento del agua
Hemos dejado para el final los sistemas de tratamiento de agua, un aspecto que para muchos ya está controlado con los descalcificadores y la ósmosis. En esta área hemos de diferenciar la filtración global de la filtración fina para el agua de consumo. Vale la pena informarse, pues hoy existen múltiples alternativas.
Cabecero realizado con lana, en un proyecto de Thomas Meeschaert y Jakob Vyncke.
24. Vitalidad del agua
Este es un concepto que, aun no siendo nuevo, tiene una baja aceptación en el mercado. Investigadores como Viktor Schauberger o Masaru Emoto dedicaron su vida a indagar más allá de la calidad mineral del agua, estudiando su estructura molecular y desarrollando interesantes
teorías sobre su vitalidad.
25. Armarse de paciencia
Años atrás, las instalaciones no representaban más del 10% del coste de una vivienda; hoy pueden equipararse al coste de la estructura en algunas de ellas. Vivimos en construcciones con cientos de metros de cables, tuberías y tubos, de cobre, plástico y metal. Durante las obras de una casa, siempre hay un par de meses en los que parece que no se esté haciendo nada aunque la envolvente esté terminada: los tabiques están a medio hacer y los clientes se ponen nerviosos porque les da la sensación de que no se avanza; se trata del momento de las instalaciones y se trabaja muchísimo. Requieren de mucha atención para su diseño y puesta en obra.