En estos comedores dan ganas de no levantarse nunca de la mesa
Si es verdad que una buena ambientación contribuye a disfrutar mejor de la comida, nada como estos espacios para despertar el apetito.
Nos sentamos a la mesa para comer, por eso le llamamos comedor. Pero de este espacio se espera algo más que ser un mero telón de fondo para saciar nuestro apetito: es el lugar donde se forjan las relaciones familiares y sociales gracias a ese bendito tiempo de ocio que llamamos “sobremesa”. Ya lo decía Cicerón: “El placer de los banquetes debe medirse no por la abundancia de los manjares, sino por la reunión de los amigos y por su conversación”.
Un comedor hay que diseñarlo y equiparlo pensando precisamente en esos momentos que sellan amistades, fidelidades y alguna que otra traición. Para que cumpla bien su cometido, un comedor también debe resultarnos atractivo cuando está en compás de espera: cuando no está ocupado por nosotros, pero sí está ocupando un espacio de la casa que cuenta historias y expresa gustos y emociones.
Debe funcionar como un reloj cuando nos sentamos a comer, en mesas redondas, rectangulares o cuadradas que responden al tamaño de la familia y son capaces de crecer, como por arte de magia, cuando hay invitados. Las sillas han de ser generosas, si es posible, y funcionales y cómodas siempre, para que nuestro cuerpo pueda concentrarse en el gozo de los alimentos y en la intensidad o superficialidad de las conversaciones, sin que trasero y espalda quieran irse a otro sitio. Con una iluminación natural que nos deje ver lo que queda del día y una iluminación artificial que nos permita distinguir un guisante de un garbanzo, pero sin llegar a deslumbrarnos. Una lámpara de suspensión que cubra toda la mesa con una luz cálida a una altura suficiente –el mínimo aconsejable son 80 cm– es la solución más lógica y eficaz.
Tampoco puede faltar un aparador en el que guardar o colocar encima vajilla, cristalería y otros elementos, por la sencilla razón de que no podemos pretender tener dispuestos en la mesa de entrada todo el servicio que vayamos a utilizar a lo largo de una comida o una velada, sobre todo si tenemos invitados. Es preferible ubicar este mueble en una de las cabeceras de la mesa para no estorbar el movimiento en torno a ella.
La distribución abierta que impera actualmente en el diseño de espacios domésticos permite una relación más fluida del comedor y la cocina; pero si de todos modos existiera una separación entre ambas estancias, podemos recurrir a la creación de un pasamanos en el tabique intermedio o la instalación de una puerta basculante que se abra hacia ambos lados sin necesidad de accionar picaporte alguno, para facilitar la circulación mientras acarreamos con el menaje. Solo cuando tengamos todos estos ingredientes, podremos aspirar a que la comida sea un auténtico placer.