Armani concibe la casa como un lugar que brinda el placer de estar bien prescindiendo de lo superfluo. Una predilección natural por el estilo de los años treinta y cuarenta del siglo xx y por las culturas del Lejano Oriente recorre las colecciones que Armani Casa ha lanzado en estas dos décadas de existencia, desde mobiliario hasta productos para el baño y la cocina, pasando por tejidos, iluminación y otros accesorios.
Butaca y Reposapies Margot, firmadas por el italiano. “Quiero proporcionar una sensación de confianza tranquila”, alega.
¡Felicidades por este aniversario! ¿Qué le llevó, hace veinte años, a crear Armani Casa? El diseño de interiores siempre me ha fascinado en todas sus vertientes. Es un área en la cual puedo experimentar al máximo. Me encanta crear como por arte de magia pequeños espacios privados, impulsado por el deseo de imaginar la mejor atmósfera para el lugar en el que estoy o para el momento que vivo. Siempre he dado muchísima importancia a la casa: es una extensión de nosotros mismos y de nuestros sentimientos. En cierto modo quería ofrecer la manera en que siento el hogar con mis propias opciones en el mercado. Armani Casa también refleja mi estilo, mi gusto por un confort.
¿Ha cambiado su idea de la casa en estas dos décadas? Si es así, ¿ha sido una evolución personal o impulsada por factores externos: cambios sociales, culturales...? Durante los últimos veinte años, casi sin darnos cuenta, nuestras vidas se han visto afectadas por ritmos cada vez más rápidos y por la tecnología, que ha transformado las casas donde vivimos en lugares que a menudo se convierten en entornos de trabajo. La experiencia de los últimos tiempos ha confirmado que esto es una necesidad real que tiene que ser optimizada para hacer estos espacios más cómodos. El diseño tiene que afrontar este cambio.
Interior de Casa Armani en Corso Venezia (Milán).
¿Cómo se traduce esto en una casa? El objetivo es crear un entorno en el que los colores y los elementos del mobiliario se fusionen. La atmósfera tiene que ser relajada de manera elegante en cada proyecto, por lo que la luz, sea natural o artificial, siempre es suave y envolvente. El confort y la funcionalidad no pueden ser negados, y me gusta la idea de dividir los espacios en diferentes áreas, conectadas por líneas de visión y la armoniosa combinación de formas y colores. El resultado final tiene que ser siempre un espacio abierto y fluido en el que vivir.
La cosmética Armani, los vaqueros Armani, el mobiliario Armani, los hoteles Armani... ¿Cuánto hay de su idea del clasicismo y la simplicidad en cada una de estas parcelas para que el universo Armani sea tan reconocible? Con el diseño de moda y el diseño de interiores, así como con el mundo de la cocina y del lifestyle en general, siempre he estado interesado en ofrecer una opción de innovación constante y sutil. De esta forma las piezas clásicas nunca llegan a ser aburridas; al contrario, están constantemente reimaginadas, con una imagen suave y más ligera, ofreciendo así un resultado siempre actual. Me gusta pensar que mi trabajo se percibe como un estado constante de fluidez. Lo cierto es que intento no caer presa de tendencias pasajeras que desaparecen después de seis meses, y que normalmente se suceden unas a otras sin ningún sentido de consistencia o solidez.
Imagen de la campaña 2019 de Armani Casa.
¿Qué es más gratificante: crear un hotel en Dubái, vestir a Cate Blanchett o que alguien elija uno de sus cojines para su primera vivienda? Me gusta la moda y el diseño, porque en ambos mundos puedo expresar mi visión estética y mi estilo. Preferiría no hacer distinciones entre sus valores: la ropa y el mobiliario son dos formas bonitas de expresión del alma del ser humano. Me apasionan ambas.
Armani Casa debutó en el año 2000 con la lámpara Logo, cuyo trazo es el elemento gráfico del logotipo.
¿Cuánto habla su casa de su universo creativo? Para mí la sensibilidad estética es la simplicidad, aplicable tanto a la moda como al diseño. No debería haber extravagancia, sino una elegancia alcanzada con el uso de líneas simples. Este es el mensaje que deseo expresar cada vez que diseño algo. Pero esta belleza siempre ha estado vinculada con la funcionalidad, porque el entorno donde uno vive tiene que ser adecuado para la persona, un lugar donde te sientas cómodo. Todos estos elementos crean inevitablemente una estética atemporal, porque aquello que es bello, elegante, simple y lineal nunca se convertirá en algo aburrido.
"No debería haber extravagancia, sino una elegancia alcanzada con el uso de líneas simples", comenta el diseñador.