En el corazón de las cocinas habitan estas islas, penínsulas o barras en las que se puede cocinar, limpiar los utensilios o bien sentarse a charlar. En esa multifuncionalidad radica su éxito. De madera, de mármol, curvilíneas o cuadradas, en rojo brillante o en gris, hay una isla para cada cocina y para cada ambiente.
Como separadoras de espacios, en sustitución de los tabiques, también cumplen una gran función. Hacen de línea divisoria, permitiendo, al mismo tiempo, que se filtre la luz natural y el aire. Sin olvidar que también tienen otra ventaja: amplían el campo de visión.