Maarkedal es un pequeño municipio rural de la provincia belga de Flandes Oriental, una región conocida por sus suaves y amplios horizontes. Aquí el estudio Achtergael, de Gante, bajo la supervisión del arquitecto Dirk Liekens, recibió el encargo de diseñar una casa en la ladera de un terreno de dos hectáreas, en el lugar que ocupaba una vieja granja sin valor cultural o histórico, que fue demolida. Los propietarios escogieron esta parcela por la naturaleza que la rodea, que querían que fuese respetada a pesar de la intervención arquitectónica.
Las encargadas de definir sus interiores, las también belgas Daskal Laperre, corroboran que el punto fuerte de este proyecto "es el hermoso paisaje ondulado, en medio de la naturaleza, con preciosas vistas panorámicas, sin confrontación con otros edificios. La casa va continuamente de dentro a fuera y viceversa". Un alargado volumen de hormigón de una sola planta alberga la zona de día y el dormitorio principal, y, en perpendicular, un segundo volumen inferior semienterrado acoge una zona de trabajo.
Detalle junto a la chimenea del salón
Foto: Eugeni Pons
La casa, de 950 m2, se integra en el entorno y ofrece espectaculares panorámicas desde todos los puntos, hacia la amplia parcela ajardinada por un lado y hacia el viñedo y el valle por el otro. A pesar de tener tantos metros, los espacios no se sienten inhóspitos, sino todo lo contrario. "Incluso cuando los niños no están en casa y solo son dos los que viven en ella, no sienten que sea demasiado grande. Hemos optado por trabajar con pocos materiales y que tanto estos como los colores elegidos sean cálidos y naturales. Hay mucha luz, así que podíamos escoger sin problemas un parquet oscuro. La paleta de tonos suaves del interior combina bien con los rudos volúmenes de hormigón del exterior. El interior suaviza la elegante arquitectura", explican Daphné Daskal y Stéphanie Laperre.
Vista de los campos de cultivo de la zona desde la piscina
Foto: Eugeni Pons
La conexión visual se desarrolla desde el vestíbulo, pasando por la cocina y el comedor, hasta el espacioso salón y, más allá, hasta la terraza con chimenea y el dormitorio principal: una lenta transición de lo público a lo privado, de la transparencia a la intimidad. De hecho, la casa no tiene ni fachada ni fondo. Para el interiorismo, obra del estudio Daskal Laperre, se eligieron varias piezas de mobiliario carismáticas, una mezcla de estilo moderno y vintage. Arquitectura y naturaleza han quedado unidas aquí en una especie de versión flamenca de eso que llaman el genius loci, el espíritu del lugar.