Casa Zicatela es un refugio de fin de semana junto a la playa, en Puerto Escondido, para escapar del ajetreo de Ciudad de México. Sus arquitectos, Ludwig Godefroy y Emmanuel Picault, no hicieron concesiones y concibieron la vivienda como un refugio en toda regla, por entero de hormigón y sin hacer referencia alguna a la prototípica casas de vacaciones. Sí las hay, no obstante, a la vecina Casa Wabi, una residencia de artistas concebida por Tadao Ando y otras construcciones de hormigón en Latinoamérica que lo mismo hunden sus raíces en el brutalismo –en parte obligados por lo barato que resultaba el hormigón– que en la arquitectura de los templos prehispánicos.
El edificio ocupa una parcela en la cima de una colina, con la playa a un lado y las montañas y las plantaciones de agave al otro. Está diseñada para responder a la dualidad de su contexto: la montaña inspira su robustez y el patio es abierto como una playa. "La casa es un búnker en el exterior que protege una pirámide mexicana en el interior", explica Picault, nacido en Francia y con una reconocida trayectoria en México como galerista de arte y diseñador de bares.
"Utiliza una tipología de arquitectura defensiva, con una pared rodea completamente el terreno", apunta su socio Godefroy. "Ayuda a crear un área cien por cien controlada en el interior una fortaleza al aire libre con una sola vista principal hacia el cielo, el único elemento permanente en el tiempo". De origen alemán, conoció a Picault en México, sin saber que habían vivido en pueblos vecinos de Normandía en su juventud. Antes de instalarse en el país latinoamericano había trabajado junto a OMA y Enric Millares.
Desde el exterior, el edificio se ve como una masa de hormigón perfectamente sólida, atravesada en un lado por un par de aberturas que albergan las resistentes puertas de madera. Una se abre hacia afuera para proporcionar el acceso a un garaje, mientras que la otro gira sobre su eje central para formar la entrada principal.
Esta última apertura conduce a un patio ajardinado flanqueado a ambos lados por escaleras que ascienden al techo del edificio. Las escaleras se colocan junto a escalones más anchos que se pueden usar para sentarse o colocar plantas en macetas. Más allá del jardín hay un patio cubierto que se extiende a lo ancho de la casa y alberga la sala de estar principal. Una cocina está situada en un extremo, con una mesa grande y baja hecha de una sección de un tronco de árbol que proporciona el punto focal del espacio comunitario.
Las pantallas de rejilla corredizas que recubren el área de la sala de estar se pueden usar para tanto cerrar este espacio como para abrirlo hacia los jardines a cada lado. El espacio al aire libre en la parte trasera del edificio alberga una pequeña piscina. Hay dormitorios en cada extremo de esta y un tercero se esconde en un volumen en ángulo que se alcanza mediante un puente que cruza la piscina.
El hormigón marcado por el encofrado se deja expuesto tanto externa como internamente en toda la casa. Las aperturas colocadas con cuidado en las paredes y los techos de las distintas habitaciones permiten que la luz del día fluya a través de estas superficies texturizadas. El único otro material presente es la madera utilizada para las puertas y las pantallas de celosía.