Una futurista Arca de Noé
Casa Ark en Polonia, de Robert Konieczny
Construcciones al límite, transgresión, saltarse leyes físicas, reírse de la gravedad. Y una pasión por los entornos naturales que hace que estos sean los jefes del proyecto. Robert Konieczny lo ha vuelto a lograr. El arquitecto polaco de 46 años que un día declaró que su intención es romper "lo típico" firma este peculiar refugio, Ark, que parece flotar sobre un magnífico valle de una cordillera de su país natal, Polonia, conjugando contemporaneidad y tradición, naturaleza y hormigón. Esta audacia le ha llevado esta edición a ser finalista en la categoría de vivienda de los premios World Architecture Festival, ganada por la española Casa MM, de estudio OHLAB.
"Primero vino este pedazo de tierra y luego la idea de la casa: lo más importante es que esta tenía que ser tan solo un marco para una vista idílica", explica el creador. Siguiendo esta voluntad de que la vivienda fuera un marco, y el marco fuera lo mayor posible para encapsular la máxima superficie de naturaleza, uno de los primeros propósitos fue que la construcción tuviera una sola planta. A pesar de que la ladera de la montaña parecía pedir a gritos una superficie escalonada, Konieczny forzó la imaginación y el cálculo para conseguir que solo una esquina de la casa se apoyara en la tierra y el resto reposara sobre una estructura que, pivotando, permitiera girar la construcción sobre ella misma. Y claro está, que no hubiera peligro alguno de deslizamientos y una buena gestión de las aguas pluviales.
El resultado es una plataforma que parece un techo invertido y que, aparte de una función arquitectónica y estética, sobre todo cuando queda iluminada por la noche, tiene también una función práctica ya que sirve como una enorme zona de almacenaje útil para la casa y como refugio para el ganado que pasta todo el día en sus alrededores. Uno de los logros del proyecto, asegura el arquitecto, es haber conseguido que los animales vean esta casa como un lugar amigo y se acerquen a él naturalmente. Y tan campantes. La Casa Ark es un Arca de Noé en toda regla.
Todas las viviendas de Konieczny son verdes: se busca respetar el medioambiente y que su consumo sea bajo. La climatización se hizo desde dentro, con una espuma aplicada con spray que produce además una buena sensación decorativa. El gran cristal de una de las fachadas fue uno de los elementos más estudiados ya que tenía que prevenir que el calentamiento durante el día fuera excesivo. La seguridad era otro de los elementos a planear con esmero, ya que la casa se encuentra en medio de la naturaleza y el arquitecto no quiso poner ni una valla, ni un jardín. Por ello, dotó una de las caras de la fachada con una zona intermedia entre los ventanales que pudiera convertirse en una terraza pero que por la noche pudiera cerrarse por completo. También una gran puerta abatible facilita la entrada durante el día y se cierra durante la noche. Como un cascarón.