Esta vivienda de Andrés Remy en La Patagonia argentina disfruta de unas increíbles vista al río Limay. Su original implantación, con la vivienda retirada hacia el fondo, nace de la decisión de captar las mejor panorámica del lugar, generando así el jardín hacia el frente aprovechando el mejor asoleamiento. De 650m2, la vivienda se resolvió en corte, generando tres niveles que dialogan entre sí mediante un espacio central que, a su vez, conserva la intimidad entre los ambientes. La parte social se encuentra elevada para lograr las mejores vistas, a la cual se accede mediante una rampa irregular.
El programa privado se divide en dos: una parte para los hijos que irán de visita y otra para los padres. De esta manera, los dormitorios de los huéspedes y el spa se comunican directamente con el jardín, el quincho y la piscina, agrupando así las funciones de mayor ruido y movimiento, y ubicando la suite principal en un tercer nivel para lograr mayor intimidad. La rampa de acceso, hecha con piezas rectangulares de pórfido cortado a medida, invita a emprender un recorrido que despierta los sentidos, donde nos envuelve el perfume de las plantas aromáticas dispuestas allí cuidadosamente, que son utilizadas por los dueños a la hora de cocinar.
Desde allí se contempla el paisaje y la piscina irregular, hasta llegar a la puerta de acceso monumental de cuatro metros de alto diseñada con piezas de Lapacho del lugar, trabajadas en relieve y cortadas a medida. En su interior se optó por el uso de una paleta de materiales calidad y rústica, trabajando los muebles con maderas laqueadas blancas, enchapados de nogal teñido y lapacho envejecido y arenado.
El living con pisos anchos de lapacho macizo se rodea de un espejo de agua elevado y con vegetación que hace eco del río que aparece detrás. La escultórica escalera de hormigón crudo se combina con piezas de chapa negra que acentúan la verticalidad del vacío central, dibujando la trama de la cascada en triple altura y resolviendo las anchas barandas que permiten apoyarnos para contemplar el espacio.
El spa, que aparece como un espacio de relax dentro de la casa, se resuelve con pisos de granito negro y piedra laja para revestir la piscina, y se conecta visualmente con la pileta exterior a través de un triple vidrio. Un gesto lúdico que permite ver la gente nadando y genera reflejos de luz únicos sobre la pared de piedra.
El quincho ubicado en el mismo nivel que la piscina posee dos grandes ventanales vidriados a sus extremos que se abren totalmente para conectar el interior con el exterior. De una estética rústica, las paredes revestidas en lapacho arenado ocultan puertas y despensas, dialogando con la parrilla de chapa. Son materiales elegidos para darle calidez a un espacio que tiene mucho uso durante el año.