Tu casa puede ser igual de sobria y elegante que esta de Gante

Thomas Meesschaert y Jakob Vyncke han logrado la afinidad entre materiales, colores en contraste y luz en la reforma de esta vivienda

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Cocina, comedor y estar comparten un espacio diáfano en el que destaca la antigua viga de madera que atraviesa el techo en toda su amplitud. Una banda vertical de ladrillo alude a un pasado rústico que dialoga sin complejos con el diseño contemporáneo. En el rincón, la silla Pilot, de Edward Barber y Jay Osgerby para Knoll, y la lámpara de pie Austere-F, de Trizo21. La alfombra es de Casalis.

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Una corredera con una estructura ligera de acero y cuarterones de vidrio traslúcido comunica el acceso del apartamento con el salón. Esta solución permite el paso de la luz natural durante el día y de noche actúa como una “cálida caja de luz que amplía el espacio”, en palabras de los arquitectos. Mesa Rock, diseño de Jean-Marie Massaud para MDF Italia, rodeada de las sillas Plastic Chair, de los Eames, editadas por Vitra.

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El comedor se ha ubicado en una de las zonas más luminosas de la casa, la que se abre a las vistas del jardín. La lámpara de suspensión es la Semi, diseñada en 1968 por Claus Bonderup y Thorsten Thorup para la marca danesa Gubi.

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En el estudio, la librería se ha construido con piezas de mármol de Carrara y madera lacada de blanco. Junto a ella, dos clásicos del diseño del siglo XX: la chaise-longue LC4, de Le Corbusier, y el taburete Méribel, de Charlotte Perriand; todo, editado por Cassina.

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En el estudio, la pared enfrentada a la librería cuenta con un frente de armarios diseñados por los arquitectos, al igual que la mesa de trabajo, realizada a medida con madera lacada de blanco neutro. Taburete Wire, de Pastoe. En el suelo, tarima de madera de pino Douglas.

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En la cocina destaca la combinación de materiales: mármol de Carrara en el antepecho, Corian en las encimeras, y madera lacada de blanco en el mobiliario integral. Los taburetes son de la colección Wire, de Cees Braakman y Adriaan Dekker para la firma holandesa Pastoe.

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Una elegante gama de grises convive en el dormitorio principal. La cama es de Auping. El cabecero se ha realizado con lana enmarcada con acero negro. Las mesillas son el modelo Twin, de Lassen. Apliques Trapz, de Modular Lighting. Colcha diseñada por Norman Architects para Menu.

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Elegante mármol de Carrara reviste las paredes del baño y el mueble bajolavabo. La carpintería de acero lacado de negro enmarca el vidrio texturizado de la puerta corredera que comunica el baño y el dormitorio principal. La grifería es de Vola y la cosmética, de Aesop.

Una viga antigua, con tallas en los extremos, que atraviesa el techo blanco, entre el comedor y la cocina, es uno de los elementos históricos que, luego de restaurados, han sido elegidos para dar carácter, profundidad y cierta reminiscencia rústica a la casa.

Sin duda, entrar en esta vivienda situada en Gante, Bélgica, en que parece que el tiempo no existe, la viga de madera –restaurada, pero con las grietas del pasado a la vista– nos recuerda que fuera chirría el vértigo urbano. Aquí, en cambio, la luz que entra blandamente desde el jardín y la atmósfera calma que los arquitectos Thomas Meesschaert y Jakob Vyncke han sabido crear, en el mismo centro de la ciudad, nos colocan en pocos segundos en una dimensión más sosegada de la vida doméstica. Algo así como si la arquitectura produjera una interiorización anímica del escenario cotidiano.

La claridad es la clave. Clara y simple es la circulación, a través de un pasillo central. Blancas son todas las paredes, o de paneles de cristal traslúcido. Nítidos y finos, los contornos negros de la carpintería. Equilibrado, uniforme, el contraste entre las superficies blancas envolventes y los marcos, objetos y volúmenes negros. La afinidad entre todos los componentes del proyecto de interiorismo como un sedante ambiental; como si las piezas de diseño del mobiliario, las obras de arte y la luz que viene del jardín actuaran como dispositivos de una “máquina de vivir” en plena paz (Le Corbusier no deja de estar presente, también a través de un sillón).

En el dormitorio, el uso del acero negro y las pinturas texturadas varía –“hacia lo cálido”, afirma la memoria– los acentos sensoriales. Una variación atemperada y sobria, en la claridad del conjunto. Una banda vertical de ladrillo en una pared y una bandeja hecha con una rebanada de tronco de árbol aluden, sin pavonearse, al pasado rústico.

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