El Eixample de Barcelona es un patrimonio urbanístico y arquitectónico de la ciudad. Sus edificios con viviendas de techos altos, molduras de escayola, suelos de mosaico Nolla y plantas amplias y compartimentadas son objeto habitual de reformas, la mayoría de las cuales dan lugar a hermosos proyectos.
En palabras del equipo Built, "este proyecto se explica como una galería de arte, cuya finalidad primordial es ofrecer el mejor marco posible donde exponer obras a la vez que propiciar la mejor experiencia para sus habitantes". Es una intervención que irradia sencillez, pero no es más que una ilusión: la complejidad reside en la capacidad de encontrar la solución apropiada con el mínimo de elementos incorporados.
Y así es como se entiende este proyecto, con la incorporación de un objeto que actúa como columna vertebral de la nueva distribución, segregando los espacios e imponiendo un nuevo ritmo arquitectónico. Desdibuja y da utilidad a zonas perdidas. Incorpora un considerable volumen de almacenamiento y crea una división entre lo público y lo privado perceptible, pero invisible.
Este objeto es un volumen revestido de roble europeo, longitudinal y continuo, que sustituye el antiguo pasillo y que libera el perímetro de la planta, articulando a su alrededor todas las áreas de la casa. No es exclusivamente un mueble ni un espacio: es ambas cosas a la vez, además de catalizar la nueva escala de la vivienda. Su altura es solo de 2,34 metros, una dimensión “más doméstica, íntima y humana” que permite que la luz fluya entre las estancias por encima de esta cota. Es justo en este momento, entre techos y suelos, cuando se interpone la verdadera clave del proyecto: una finísima chapa de hierro negro que remata el volumen de roble, cerrando y acotando el espacio para permitir la nueva distribución al margen del ritmo preestablecido de alfombras y cornisas. Así, el espacio se pliega y expande, se comprime y se dilata en función del lugar con el que el habitante interactúe, desapareciendo así el elemento corredor tan común en este tipo de arquitectura de inicios del siglo xx.
Y por si fuera poco, todos estos gestos están milimétricamente acompasados con el despiece del pavimento original, los revestimientos de las paredes, los aplacados y los huecos de fachada de forma que la composición se interpreta como un todo. Parece como si este nuevo elemento hubiese formado parte del conjunto desde el mismo día que se construyó el edificio; solo la calidad técnica y conceptual de la actuación delatan su escasa antigüedad.