Este proyecto del arquitecto brasileño João Armentano una gran casa entre árboles altos y vigorosos, y dotada de un confort sofisticado y meticuloso dispuesto para cada hora del día y de la noche y para cada capricho familiar y social que se les ocurra a sus habitantes. Y es también, desde cierto punto de vista, una superposición y combinación de planos horizontales y verticales, sólidos y transparentes, que dan sostén y forma a la construcción cumpliendo a la vez múltiples funciones.
No se empieza –dice el eterno refrán– la casa por el tejado, pero ¿por qué no, al describirla, al contemplarla? Ese plano del tejado, que remata y domina la figura arquitectónica, tiene especial importancia, como alero, en la vida que se desarrolla a su amparo. Exactamente, al amplio amparo que ofrece contra el sol y la lluvia, que con fuerza y frecuencia se alternan en la región, una zona boscosa de São Paulo, en Brasil. El jardín, la piscina, los profundos porches y las terrazas trazan el dibujo de los espacios exteriores, rodeados de una fronda húmeda verde oscuro.
Dos cocinas a falta de una
Los gustos de la familia son variados, pero la pasión por la buena comida –elaborarla y compartirla a lo grande– parece prevalecer sobre otras, a juzgar por la importancia que, en el proyecto, obra del arquitecto João Armentano, adquiere la cocina. Si la cocina –y en este punto propietarios y arquitecto no han podido estar más de acuerdo– es el corazón de una casa, esta tiene dos. Para que cada una “palpite” según su ritmo. La cocina principal, con una enorme isla en el centro, con encimera de cuarzo blanco y un panel de luces y dispositivos útiles. En su extremo más estilizado puede servir de barra. Tanto en la holgura de la isla y en la línea de taburetes delante de la barra como en la larga mesa de comedor se manifiesta la vocación social, abarcadora, incluso populosa de la cocina principal.
A la segunda la llaman “cocina para gourmets”, y “templo” o “laboratorio” serían quizá símiles más adecuados que “corazón”. En la gran mesa de comedor, los platos y las copas circulan al ritmo de conversaciones ingeniosas. En el espacio para gourmets, diseñado de modo claro y funcional, la comida es un ritual parsimonioso, con atención delicada a cada sabor.
Un diseño de interiores lujoso y en armonía con el entorno vegetal
Pero la vida continúa más allá de la cocina. El espacio que nos envuelve –en el vestíbulo, en la escalera, en los salones...– es elegante y majestuoso. Superficies de maderas nobles, cristal y piedra se extienden con derroche de efectos visuales y estímulos tanto para la relajación como para las actividades lúdicas. “El placer –ha dicho João Armentano– define no solo el valor de un proyecto, sino de la vida, en general”. El verdadero, el máximo lujo a la hora de concebir un proyecto –añade este afamado arquitecto brasileño– es el espacio. Por ejemplo, para el diseño de un jardín con árboles que arrullen y den sombra a la casa. Porque Armentano prefiere proyectar arquitecturas frescas, quizá magníficas y esplendorosas, pero nunca agobiantes. La levedad es atributo de un espacio habitable.
Volvamos al juego de planos mencionado al principio, que fabrican una residencia en tres niveles, horizontales, paralelos y perpendiculares. Planos blancos y transparentes, sólidos y líquidos (piscina). Columnas a baja y a doble altura. Y alrededor, los árboles, más altos que la casa.