La consideración de una residencia rehabilitada debería incluir, en alguna medida, referencias a su historia y al estado anterior al proyecto. En este caso, se trata de la planta baja de un edificio construido en 1880, muy desfigurada por la aplicación a lo largo de los años de sucesivas capas de materiales, que la intervención del estudio Rardo Architects, encabezado por Gerardo van Waalwijk, ha eliminado hasta dejar expuestos, los elementos originales.
Despojados de revestimientos decrépitos, los espacios necesitaban adaptarse a nuevas funciones. La estructura fue preservada para albergar ahora el despacho y la residencia del arquitecto y su pareja. El estudio se ha situado en la zona que da a la calle y, separadas por una gran puerta corredera, las diferentes áreas de la vivienda, orientadas al jardín interior.
El dormitorio está aislado del resto por un gran armario; la cocina abierta, el comedor y la sala de estar se van aproximando a la gran cristalera que deja pasar la luz del jardín. Una luz ligeramente verdosa gracias a los árboles, arbustos y trepadoras.
La piedra, el ladrillo visto y las vigas han recuperado su derecho a esa luz, y a ser acompañados con elementos nuevos, con diseños actuales y colores vivos. El azul del sofá de Fratelli Salotti y la lámpara de cerámica roja (original de los años cincuenta) marcan, en el salón, el espíritu revitalizador y aun vitalista de la reforma, acorde con la alegre población costera de Sitges donde está situado el edificio.
Esculturas en cerámica, cuadros y otras piezas de arte contemporáneo continúan esa cuerda vivaz (azules, rojos, amarillos...), mientras se establece también un diálogo cromático entre castaños, ocres, chocolate y verdes pálidos, que entonan con la piedra, el ladrillo y la madera. Una gama compensa la otra, en un escenario rehabilitado para la vida contemporánea.