En el mapa de Varsovia hay un punto insólito a las afueras rodeado de agua y vegetación donde viven unos pocos privilegiados que valoran la naturaleza, la paz y la privacidad. Se llama Fort Cze, por el fuerte Czerniaków que se estableció allí en el siglo XIX, en el llamado anillo de la fortaleza de Varsovia. En esta isla verde contorneada por un foso y transmutada en urbanización, la polaca Marta Chrapka, del estudio de interiorismo y decoración Colombe, recibió un encargo difícil. "El cliente me llamó en verano y solo me dio una directriz: se iba a dar la vuelta al mundo y a su regreso, en Navidad, quería instalarse en su nuevo hogar".
A Chrapka le pareció imposible tener listo en seis meses un espacio de 300 m2, aunque los pedidos se llevaran a cabo a tiempo y la mitad de su estudio se volcara en el proyecto. De hecho, todos terminaron involucrados finalmente, los pedidos retrasados se cambiaron en muchas ocasiones y el trabajo con el propietario de la vivienda se realizó sobre la marcha. "Organizamos llamadas en la montaña, en un catamarán, durante una tormenta o en la playa. La conexión solía ser mala, y la posibilidad de enviar fotos de productos seleccionados tratando de adivinar qué le gustaba al cliente era mínima. Cuando volvió del viaje trajo consigo muchos recuerdos (incluyendo herramientas de caníbales muy intrigantes) y una idea clara de cómo debía ser el interior: una casa colonial. Nos inspiramos en una residencia centenaria de América del Sur, y con ese espíritu comenzamos el proyecto en un edificio ultramoderno del siglo XXI". En los meses siguientes, Chrapka estudió técnicas de wabi-sabi (la filosofía japonesa que celebra la huella del paso del tiempo sobre los objetos y los espacios) y de envejecimiento de materiales.
Como su cliente hizo hincapié en promover un ambiente que fomentara las relaciones familiares, la vida de la casa se concentró en el salón y en el jardín en verano. "Se mudó a tiempo para Navidad, pero un año después de lo previsto. Es uno de los proyectos más difíciles que he realizado. Mi experiencia previa con interiores históricos fue inútil, porque todo tenía que ser envejecido de la manera más noble y auténtica. Los supuestos del plan inicial cambiaban con frecuencia, pero creo que todos quedaron satisfechos con el resultado".