Lo más espectacular de este piso es su ubicación: La Pagoda de Valencia
El estudio Balzar Arquitectos toma esta singular vivienda, situada en un emblemático edificio de Valencia, y lo transforma en un espacio diáfano, vestido de austeridad, rebosante la luz natural y plasticidad abstracta
La ciudad de Valencia y más concretamente la emblemática Torre de Ripalda (conocida popularmente como “La Pagoda”), construida a principios de los años 70 por el arquitecto Antonio Escario, es el lugar donde se emplaza esta vivienda. La configuración escalonada del edificio, su forma hexagonal y sus esquinas prominentes le otorgan gran personalidad al conjunto, a la vez que han supuesto un gran reto a la hora de reconfigurar la distribución interior de este apartamento de tres habitaciones. El estudio valenciano Balzar Arquitectos ha sido el encargado de llevar a cabo la reforma, en una apuesta por el minimalismo y la austeridad formal.
Frente a muros diagonales, ángulos obtusos y numerosas columnas estructurales, los arquitectos han apostado por un diseño único que fusiona escultóricamente diferentes elementos estructurales y los incorpora en una secuencia cohesiva de espacios. Este es el caso del diseño de la planta abierta situada junto a la entrada de la vivienda, que incorpora la sala de estar, el comedor, la cocina y el estudio. Todas estas áreas quedan unificadas por una paleta de colores predominantemente blancos en paredes y techo, y la suntuosa textura de las tarimas de madera que se extienden por todas partes. Pero a su vez, quedan también discretamente delineadas por una serie de intervenciones escultóricas de propósito práctico. En este sentido, el salón y el comedor están separados perceptiblemente por un volumen de techo curvilíneo que también oculta una viga estructural. La cocina, por su parte, está delimitada por un práctico mostrador empotrado que se extiende hacia la sala. De este modo mantiene su naturaleza abierta pero más resguardada. Asimismo, un tabique translúcido delimita el antiguo balcón, ahora convertido en zona de trabajo. Está integrado en una estructura que soporta tanto el escritorio como esconde dos columnas de acero.
Junta al espacio diáfano y continuo de la zona de día, la distribución de la vivienda de 130 m2 cuenta también con una zona más privada donde se ubican el resto de dormitorios y baños. A ella se accede a través de una puerta corredera que da acceso a un pasillo recubierto de armarios de suelo a techo que proporciona una gran superficie de almacenaje sin apenas influir en la estética depurada dominante del proyecto. La austera decoración que viste los diferentes espacios realza la forma escultórica de la vivienda, cuyo minimalismo abstracto se hace aún más evidente por la abundante entrada de la luz natural que incide a través de la fachada facetada del edificio que la envuelve.