Sobria armonía en la reforma de un piso en Alicante

La transformación de este piso alicantino por Belén Domecq se ha basado en la reorganización de los espacios: a un lado, la zona privada con vistas urbanas; al otro, las zonas comunes con vistas ampliadas al puerto y el mar. Una paleta cromática y de materiales escueta completa el proyecto, en línea con el estilo racionalista del edificio que lo acoge.

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Salon con sofa y mesa de piedra cuadrada

La interiorista Belén Domecq ha dotado a los espacios de una elegancia atemporal desde los que contemplar la serenidad del Mediterráneo.

Comedor con paredes de marmol y plantas

En el office, alrededor de la barra, las sillas 214, diseñadas por Michael Thonet para Thonet. Las lámparas son el modelo String, de Michael Anastassiades para Flos. En la barra, tetera de cristal, de Muji, y, sobre la bandeja de HK Living, comprada en Matèria, boles de Azul Tierra y paños de cocina de algodón de Matèria.

Salon con vistas

En la zona de estar, con vistas al mar, el sofá Extra Soft, de Piero Lissoni para Living Divani. Dos butacas PK22, de Poul Kjaerholm para Fritz Hansen. Mesa de centro, de mármol italiano, diseño de Belén Domecq. Lámparas Tizio, de Richard Sapper para Artemide.

Comedor con mesa redonda y paredes de madera

En el comedor, separado de la cocina por una puerta de madera de iroco entablillada, la mesa Note, de Massimo Mariani para Living Divani. Las sillas son las Capitol Complex que Pierre Jeanneret diseñó para la ciudad india de Chandigarh, reeditadas por Cassina. Sobre la mesa, la bandeja Fat, diseño de Patricia Urquiola para B&B Italia. Botella y vasos de cerámica, de Working in the Red Woods.

Salon con sofas con tapicería gris y estructura de madera

En la terraza, que se conecta con la zona de día a través de puertas correderas con marcos casi invisibles, el sofá Fly, diseñado por Space Copenhagen, con estructura de roble. La manta es de Teixidors, en Matèria. Plato de madera, de Working in the Red Woods.

Cocina con acabados de piedra

El mobiliario integral de la cocina es de Santos. La barra se ha revestido con la misma piedra natural turca que viste los suelos y las superficies de los baños, aportando coherencia y sofisticación al interiorismo llevado a cabo por Belén Domecq.

Dormitorio con cabecero de tela

La cama y el cabecero tapizado son un diseño de Belén Domecq, al igual que las mesillas de noche. Jarrón de cerámica blanca, de Working in the Red Woods. La lámpara de lectura es de la firma francesa Tekniled. La moqueta, de Cotlin. Sábanas blancas, de 120% Lino. El plaid y los cojines lisos son de Teixidors, mientras que los de lino tintado son de Azul Tierra Alicante.

Baño de piedra natural

En el baño, diseñado por Belén Domecq, la piedra natural turca, con su veteado gris en suelos, encimeras y superficies verticales se combina con el cristal tintado de oscuro y una pieza de madera de iroco que rompe la uniformidad de manera muy sutil. Grifería, de Vola. Cosmética de baño, de Aveda y Dyptique.

Vestidor con paredes de madera panelada

El banco de piel y metal que equipa el vestidor de la suite es un diseño de Belén Domecq, al igual que el armario, de madera de iroco. 

Vestidor con suelo de moqueta

La silla de Pierre Jeanneret se hermana visual y cálidamente con la puerta corredera de madera entablillada. Alfombra, de Cotlin.

El cometido básico del concepto de esta reforma encargado a la interiorista Belén Domecq buscaba una nueva distribución de los espacios, que permitiera expandir las vistas sobre el puerto y el mar, pero sin alterar el carácter de la construcción. Se trata del edi- ficio Alicante, erigido en 1975 en la ciudad homónima por el arquitecto García Solera, primera figura del llamado “racionalismo alicantino”. A modo de diálogo interior con el estilo del edificio, Belén Domecq ha elegido un catálogo escueto de materiales: la piedra turca y la madera de iroco visten casi todo el proyecto. Con el añadido de vidrio reflectante en las mamparas y la moqueta en las habitaciones, a fin de generar una di- ferenciación de usos entre el día y la noche. La cuestión de los usos ha guiado la redistribución espacial. Por un lado, la zona privada, con las habitaciones situadas en la fachada oeste del edificio, con vistas a la ciudad. Por otro, las áreas comunes (cocina, salón, co- medor), en la fachada este, con vistas al mar. La carpintería de ventanas correderas con perfiles casi invisibles, y que se pueden abrir íntegramente, convierten el salón y la cocina en un espacio asomado al mar, como si fuera una terraza. La mesa de centro de mármol italiano (un diseño de Belén Domecq) concentra la luz del salón, y, en el comedor, las sillas de Pierre Jeanneret se hermanan visual y cálidamente con la puerta corredera de madera de iroco. Los planos horizontales y verticales de piedra turca, las superficies lisas o entabli- lladas de madera y las perspectivas longitudinales que ha abierto la nueva distribución logran, sin perder el carácter específico del proyecto, la sintonía con el edificio de Juan Antonio García Solera. Una armonía “racionalista” sella el proyecto de transformación de los interiores a través de una gama cromática sobria (grises claros y os- curos, blancos y castaños), frugalidad en los materiales y la regeneración de la luz que inunda ahora el espacio.

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