Sobria armonía en la reforma de un piso en Alicante
La transformación de este piso alicantino por Belén Domecq se ha basado en la reorganización de los espacios: a un lado, la zona privada con vistas urbanas; al otro, las zonas comunes con vistas ampliadas al puerto y el mar. Una paleta cromática y de materiales escueta completa el proyecto, en línea con el estilo racionalista del edificio que lo acoge.
El cometido básico del concepto de esta reforma encargado a la interiorista Belén Domecq buscaba una nueva distribución de los espacios, que permitiera expandir las vistas sobre el puerto y el mar, pero sin alterar el carácter de la construcción. Se trata del edi- ficio Alicante, erigido en 1975 en la ciudad homónima por el arquitecto García Solera, primera figura del llamado “racionalismo alicantino”. A modo de diálogo interior con el estilo del edificio, Belén Domecq ha elegido un catálogo escueto de materiales: la piedra turca y la madera de iroco visten casi todo el proyecto. Con el añadido de vidrio reflectante en las mamparas y la moqueta en las habitaciones, a fin de generar una di- ferenciación de usos entre el día y la noche. La cuestión de los usos ha guiado la redistribución espacial. Por un lado, la zona privada, con las habitaciones situadas en la fachada oeste del edificio, con vistas a la ciudad. Por otro, las áreas comunes (cocina, salón, co- medor), en la fachada este, con vistas al mar. La carpintería de ventanas correderas con perfiles casi invisibles, y que se pueden abrir íntegramente, convierten el salón y la cocina en un espacio asomado al mar, como si fuera una terraza. La mesa de centro de mármol italiano (un diseño de Belén Domecq) concentra la luz del salón, y, en el comedor, las sillas de Pierre Jeanneret se hermanan visual y cálidamente con la puerta corredera de madera de iroco. Los planos horizontales y verticales de piedra turca, las superficies lisas o entabli- lladas de madera y las perspectivas longitudinales que ha abierto la nueva distribución logran, sin perder el carácter específico del proyecto, la sintonía con el edificio de Juan Antonio García Solera. Una armonía “racionalista” sella el proyecto de transformación de los interiores a través de una gama cromática sobria (grises claros y os- curos, blancos y castaños), frugalidad en los materiales y la regeneración de la luz que inunda ahora el espacio.