El piano fue lo primero
Piano House en Chisinau (Moldavia), de Line Architects
Aleks Gallardo
Periodista especializado en interiorismo y diseño / Coordinador web de Arquitectura y Diseño
Hay amores que merecen una casa a medida, con luz de seda y una atmósfera que haga bailar el sonido que juega entre la madera. Con un suelo blanco que refleje la belleza del amado sin deslumbrar y que sea el contraste de su piel tan negra. Hay amores que matan y otros que levantan construcciones y este es el caso. Un piano de cola, un gran amor. Ahí empezó todo.
Situada en las afueras de Chisinau, en Moldavia, Piano House es una casa de una sola planta de 550 metros cuadrados cuya forma trapezoidal ya recuerda, sobre plano, el perímetro de un piano de cola. Pero este polígono tan característico se dibuja gracias a la incorporación de zonas verdes a un espacio que forman tres áreas construidas y que son, realmente, el origen de esta peculiar belleza minimalista. Alrededor de un patio central, donde se ha ubicado la piscina, pivotan el salón, los dormitorios, los baños, las zonas de paso y la entrada a la casa. Como cabía esperar, el largo piano goza de uno de los rincones más privilegiados. Situado en una esquina del salón, domina la escena y manda sobre el color de los muebles, las cortinas, el suelo, las paredes. Y lo hace con suma elegancia.
Porque la elegancia define cada uno de los espacios y los detalles de esta casa que firma el estudio Line Architects, con Dmitri Petrov en cabeza. Los pabellones de cristal, con la madera cortada en finas tablas y colocada en dibujo vertical revistiendo detalles, dando calor; las líneas concisas y claras, regulares, que se cuelan dentro de la casa formando un todo; la piscina con sentido, perfectamente integrada en el mobiliario que incluye firmas como Flos, OTY Light, Inalco Foster o Vitra. Toda elegancia es digna de acompañar un amado piano.