La arcilla, material primigenio por excelencia, modela la arquitectura de toda una comarca de Badajoz, Tierra de Barros, donde se encuentra el último proyecto de Lucas y Hernández-Gil. Situada en Villalba de los Barros, un pequeño pueblo de casas encaladas, ocupa una construcción fortificada del siglo XVIII que el joven estudio de arquitectos ha rehabilitado partiendo de un escrupuloso respeto hacia su arquitectura original.
Esta hospedería rural de dos plantas cuenta con una configuración típica de la zona: tres crujías de muros de carga y bóveda extremeña en la planta baja que se abre a la plaza principal, y un segundo nivel, que originalmente era un "sobrao", un espacio usado antaño como almacén y zona de cura de la matanza, en el que se han ubicado las estancias privadas como dormitorios y baños. En total la casa cuenta con zagúan, salón, cocina, comedor, cuatro dormitorios, tres baños, patio y bodega.
Se han recuperado los espacios originales, a los que se han añadido aperturas hacia el patio y entre las estancias para conseguir mayor sensación de perspectiva y luminosidad. Los acabados se han realizado en mortero de cal bruto en las paredes y pintura a la cal en las bóvedas, respetando así la tradición y consiguiendo enfatizar los acabados angulosos de la arquitectura.
Para sustituir el pavimento de barro original, desde Lucas y Hernández-Gil recurrieron a alfareros de la zona para encargarles nuevas piezas artesanales que siguieran la línea del antiguo suelo. La disposición diagonal del nuevo pavimento varía respecto al original para diferenciarlos. En el exterior del patio se ha levantado una pequeña alberca para refrescarse en los calurosos días de verano, también equipada con las pequeñas piezas de ladrillo, consiguiendo unidad en todo el conjunto.
El laborioso trabajo de restauración también se extiende a la carpintería, que ha conseguido preservar elementos originales como algunas puertas interiores con preciosos decorados. El equipamiento se ha hecho desde una perspectiva contemporánea que asegura el confort de los inquilinos, pero se ha tenido un cuidado especial en el uso de materiales y de sistemas de climatización para garantizar la sostenibilidad del proyecto, en línea con la arquitectura vernacular del lugar.
El precioso trabajo de Lucas y Hernández-Gil a la hora de plantear el proyecto a partir de collages sobre las fotografías de José Hevia permite imaginar una apacible vida en esta vivienda.