En el pueblo chileno de Huentelauquén, a solo 85 metros de donde la tierra rocosa se encuentra con el Océano Pacífico, se alza esta casa diseñada por el arquitecto Pablo Saric junto con Cristian Winckler para él y su joven familia. La construcción muestra unas formas puras y una textura que dialoga con la fuerza imponente del paisaje. Distribuida en una sola planta, con los dormitorios flanqueando la zona de día en el centro, la vivienda está forrada por fuera con tablas de pino carbonizado para resistir la climatología del lugar, mientras que por dentro exhibe espacios blancos y serenos. El lado que da al mar tiene ventanas de suelo a techo, en contraste con las otras paredes exteriores, hechas de madera maciza con aberturas mínimas para reducir la contaminación lumínica del edificio. Su ubicación es tan remota que no hay alumbrado público eléctrico que obstruya las vistas del cielo nocturno.
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