La casa es un bloque blanco rectangular inclinado, casi enterrado en el terreno en un extremo y mirando por un gran ventanal hacia los campos y el cielo en el otro extremo, y apoyado en un pedestal rugoso que se confunde con el suelo marrón. Una escalera exenta, adosada a esa base, conduce al interior del volumen. Al estudio Mado Samiou Architecture pertenece el proyecto de esta casa poco convencional y notoriamente llamativa (un imán para el ojo, en la soledad del paisaje), situada en la región de Lagonisi, zona de transición entre la ciudad de Atenas y la pura naturaleza.
Dos grandes aberturas interrumpen la solidez de la estructura. La intención de crear una barrera contra los fuertes vientos coincide con la necesidad de proteger la intimidad. Cada espacio tiene dos tragaluces, que provocan una experiencia extraordinaria de luminosidad durante el día. Los interiores de la casa se despliegan en capas: las áreas privadas ocultas en el suelo y las sociales elevadas, con vistas soberbias sobre paisaje agreste. Vista de lejos, la forma blanca reluce bajo el cielo azul, atemporal, como un manifiesto contra el ruido y el desorden y a favor de la claridad y el silencio. Casi un templo.