Una casa que escala la ladera en plena Costa Brava
La luz cenital enfatiza el juego de volúmenes y texturas que ha creado Óskar Vélez en esta casa en Begur (Girona)
A orillas del mar, pero no orientada frontalmente hacia él. Así es la parcela en donde se ha levantado esta casa, en Begur, en la Costa Brava. La arquitectura de Óskar Vélez ha sabido compensar hábilmente esa desventaja inicial. El proyecto ha situado la vivienda en un ángulo “a contrapendiente”, casi escalando el terreno, y con su fachada principal perfectamente orientada hacia la costa. Las plantas van “trepando” la ladera, aprovechando los desniveles para distribuir las diferentes funciones de cada zona de la vivienda.
La zona de día es una extensión diáfana, de casi cien metros, para el cómodo despliegue de la sala de estar, el comedor y la cocina. Desde un extremo de este nivel, bajamos a la suite principal; desde el otro, subimos a una suite secundaria, con dos dormitorios. En esta distribución entre las plantas, las escaleras separan y dan sentido a los diferentes espacios y a los usos que configuran una vivienda familiar.
Las grandes aberturas cenitales sobre la caja de escaleras y la claraboya sobre la cocina inundan de luz natural los espacios y arrojan, según la hora del día, movedizas sombras en las esquinas y sobre las superficies de roble. La cocina se define como la pieza principal de la planta noble, y está tratada con especial atención tanto desde el punto de vista funcional como en su relación con el exterior cercano y con el paisaje: una isla de trabajo abierta a la visión del mar y con acceso a la piscina y –lo más importante, para los afanes culinarios– a un jardín de hierbas aromáticas.
El arquitecto Óskar Vélez nos explica algunos recursos que se han utilizado en notables maniobras espaciales que caracteriza su proyecto: “la carpintería principal, en el espacio noble, se compone de un elemento corredero en cuatro hojas, todas ellas desplazándose hacia el mismo lado y desapareciendo en la pared lateral. Cuando esto ocurre, nos encontramos ante un hueco completamente abierto de casi nueve metros de longitud que da paso a una terraza, un elemento estructural metálico que vuela con dramatismo sobre el acceso del garaje, ocultándolo a la vista”. Maniobras volumétricas que la casa protagoniza respecto de los desniveles del terreno. Y las que, entre el interior y el exterior, crean dinamismo y fluidez.