No hace falta vivir en una gran ciudad para tener un hogar tipo loft industrial, y si no que se lo digan al arquitecto Jurjen van Hulzen del estudio de arquitectura y diseño The Nieuw, con sede en Ámsterdam, quien ha transformado un centenario almacén abandonado en un loft contemporáneo. El edificio, situado en un remoto entorno rural al norte de Ibiza, ha adquirido nuevos atributos y funciones como casa de huéspedes gracias al talento creativo Jurjen, que también es el propietario del lugar. La casa de huéspedes se convierte así en un proyecto escaparate en el que todo el mobiliario que la viste está a la venta en la concept store Ibiza Interiors, capitaneada por el propio Jurjen.
Ubicado en un atractivo tramo de terreno accidentado, el edificio de 80 metros cuadrados se encontró en muy mal estado, sin nada más que las paredes y parte del techo. Las columnas de hormigón y las vigas de acero que aún sostenían el techo tradicional, hecho de madera Sabina de origen local, sugerían una combinación de estructuras industriales combinadas con un estilo rústico. Y de ahí surgió el concepto general del proyecto, permitiendo a su autor y propietario inventar sus elementos espaciales desde cero. Eso sí, con algún que otra limitación, puesto que el lugar carecía de electricidad, agua y sistema de alcantarillado. Para hacer frente a todo ello, se empezó por llegar agua procedente de un pozo privado y se continuó instalando paneles solares para el autoabastecimiento eléctrico.
Con la voluntad de mantener el carácter de la arquitectura típica ibicenca, se ha conservado la bella estructura del edificio tradicional y se han empleado materiales básicos y locales como suelos de hormigón, paredes de piedra enlucida con tiza y barro y "vigas de sabina" hechas de árboles que sólo crecen en la isla. Un nuevo material que se ha introducido en la casa es el acero, utilizado en los marcos de ventanas y puertas y en la cocina, enfatizando así la vertiente industrial del lugar.
En un gran espacio abierto situado en el lado sur se ha ubicado en salón, el comedor y la cocina, todos ellos conectados a una amplia terraza privada, que ofrece vistas espectaculares del valle. Las habitaciones ocupan los dos rincones del norte de la casa, por lo que se mantienen oscuras y frescas, mientras que el baño cuenta con ventanas interiores que dan a la chimenea de la sala de estar y vistas al entorno natural que rodea la casa. El resultado es una casa rica en contrastes: entre viejo y nuevo, industrial y rústico, claros y oscuros, que no hace más que enfatizar su carácter personal, donde no falta detalle de calidad y ni comodidades para evadirse y lejarse. Todo ello en un entorno natural e idílico, rodeado de árboles frutales y unos atardeceres de ensueño.