En pleno debate por el futuro de las grandes metrópolis, que se estima que acogerán el 75% de la población mundial en el año 2050, Madrid vive el suyo particular, que son en realidad varios. Uno lo tiene al norte, sobre cómo debe reurbanizar los terrenos del ferrocarril una vez que sean soterradas las vías de tren de Chamartín, otro en el centro, sobre cómo se puede gestionar el tránsito de forma sostenible y devolverle su atractivo sin que ello resulte inviable para sus vecinos. Parece que las grandes fortunas confían en que todo se haga bien, o al menos en el barrio de Salamanca, donde se suceden las promociones de lujo para que inviertan en ellas quienes se fueron a vivir a las afueras y necesitan recobrar un poco de ruido, así como los inversores latinoamericanos, que se encuentran en la capital española con un entorno familiar y sin los problemas de seguridad de sus países.
En este nuevo boom inmobiliario hay un proyecto que sobresale entre todos, Lagasca99, del que ya se ha construido el armazón (en un año se entregarán las llaves). Ha adquirido especial relevancia por dos motivos: tanto porque se supone que ofrece el metro cuadrado más caro de Madrid –entre 8.000 y 16.000 euros– como porque es de nueva planta –casi imposible de ver en el centro de la ciudad– y despliega una arquitectura espectacular. Lleva la firma de Rafael de la Hoz, autor entre otros edificios de las sedes de Repsol, Telefónica y Endesa en la capital, quien se ha atrevido a jugar en la fachada con el concepto de celosía, el de ver sin ser vistos tan arraigado en la construcción mediterránea. El propio arquitecto reconoce que el edificio asume riesgos: "Se podría haber optado porque pasara desapercibido, pero está concebido para ser un referente. Solo el tiempo dirá si hemos acertado".
Lagasca99 exhibirá tres pieles distintas en función de los espacios que protegen estas. Donde va el salón, la fachada será de vidrio, mientras que los dormitorios llevarán parasoles de piedra y las cocinas, cuartos de baño y comedores, de madera, replicando las típicas contraventanas. Todos, materiales habituales en las envolventes del vecindario. "Lo único que hemos hecho es cambiar la escala, empleando estructuras de tres metros de alto", apunta de la Hoz. En la entrada de coches, de doble altura, se ha tratado de recuperar la idea los pasos de carruajes que tenían los primeros edificios del barrio de Salamanca, un nuevo trabajo de relectura del entorno. Aunque es con su propia volumetría, ocupando toda una manzana, como mejor se ancla al lugar.
De puertas adentro, el show continúa. Es un edificio construido con una columna vertebral en el centro por donde discurren las instalaciones, de forma que el resto de planta es libre, sin un solo pilar en medio. Esto ha sido posible gracias al sistema del postensado del acero en el hormigón. Sobre tal escenario se han diseñado 44 apartamentos de entre 330 y 700 metros cuadrados, de los que 10 son dúplex repartidos entre las primeras y las últimas plantas. Para sus futuros residentes los detalles están cuidados al máximo. Así, cuentan con partners exclusivos como Siematic en las cocinas y Villeroy & Boch, Vola, Geberit y Zucchetti en los cuartos de baño
En sintonía con el concepto de condominio norteamericano, donde los residentes se benefician de servicios propios de un hotel de cinco estrellas, se reparte entre la última planta y el sótano la gran oferta de spa y wellness de este proyecto residencial. La planta -1 acoge el gimnasio, la piscina de fondo de acero inoxidable y un área de relax, además de un club de aires British. Dos grandes jardines interiores a doble altura vertebran estos espacios y llevan la luz natural al interior. Dentro crecen especies autóctonas, de forma que se cumplen los requisitos establecidos para recibir la calificación Breeam de eficiencia energética.
En la azotea ajardinada la estrella es una piscina en forma de L diseñada también en acero inoxidable. En las inmediaciones hay espacio de sobra para tomar el sol o entablar una divertida conversación con la mirada puesta en el skyline de la ciudad. De Madrid al cielo, dice el dicho