Es como si al arquitecto le hubieran planteado un desafío: ¿A que no te atreves a construir una casa entre los pliegues de esos acantilados y las ramas de esos árboles, sin tocarlos, sin siquiera nivelar? Ese fue el encargo, que suena como un desafío, que recibió el estudio paulista Bernardes Arquitetura de una familia numerosa, fascinada con el lugar. Desde el aire, casi lo único que se ve es una piscina triangular, en un prodigioso paisaje de acantilados.
La Casa Península está allí apoyada, simplemente, en virtud de un diseño que nada tiene de “simple”. Thiago Bernardes ha proyectado una gran plataforma rectangular que funciona como un “terreno” donde se han trazado las áreas de la casa en tres niveles. Se accede justamente desde la plataforma, donde se distribuyen un vestíbulo, la sala de televisión y cuatro habitaciones para invitados, cuyos balcones parecen la cubierta de un barco que apunta al mar.
El nivel intermedio corresponde a un único y extenso espacio, que incluye el comedor, la cocina, el salón, la piscina triangular y su terraza: toda la planta es, en realidad, una inmensa terraza con zonas soleadas y sombreadas. La suite principal se sitúa en la última planta. La configuración de este tercer nivel triangular produce un movimiento sorprendente como si la casa respondiera, desde su interior y desde el código de la arquitectura, a las formas complejas de la costa rocosa.
Formas a la vez impactantes y meticulosas con el entorno, materializadas sobre todo en cemento y madera de freijó. Complace el sentido de las correspondencias formales encontrar, en el interior, una mesa triangular, diseñada por el estudio, también en madera de freijó, que repite la figura geométrica de la piscina y de uno de los volúmenes. Pero no es solo un virtuosismo formal: la mesa triangular permite que doce personas se acomoden tranquilamente a su alrededor, sin recurrir al contorsionismo para conversar.
Los sofás rojos de la terraza están como imantados, porque es allí, en el segundo nivel, donde al atardecer acude la familia, junto con sus asiduos visitantes. Hay quien ha venido hasta aquí como quien sube a un barco, y hay quien sobre todo admira el entramado de planos del techo, cruzado y sostenido por vigas y columnas de hierro. Uno de los rasgos del proyecto que lo hacen, como quiso el propietario, algo diferente.