En el frondoso corazón del barrio de Glen Iris, en la ciudad australiana de Melbourne, emerge esta construcción, tal que un iceberg de la Antártida, inspirada en el denominado efecto halo que describe a los fértiles ecosistemas que emanan y rodean los icebergs. En este caso, la vivienda unifamiliar actúa como un refugio físico para la familia que en ella habita a la vez que mejora la actividad que dentro y alrededor de ella se puede generar. El estudio responsable del proyecto es Breathe Architecture quien, fiel a su estilo sostenible, incluye en esta ocasión el uso de materiales reciclados, un gran panel solar fotovoltaico, bombas de calor para la calefacción hidrónica, tanques de agua de lluvia, así como características de diseño solar pasivo, sombreado operable y selección de materiales de bajo impacto.
El concepto de iceberg se materializa aquí tanto en forma como en contenido. La fachada exterior de ladrillo visto reciclado se ha pintado totalmente de blanco con fragmentos afilados que alcanzan los 9,5 metros de altura. Dentro, la calidez y la funcionalidad se apoderan del espacio a partir de un diseño conceptual simple y diáfano, que hace las veces de proveedor y protector de sus habitantes, una joven familia de cuatro hijo. Este santuario del bienestar parte de una escalera central delimitada por unas balaustradas de alambre tejido hasta alcanzar los 2,5 pisos en los que se organiza la vivienda.
La planta baja consta de un vestíbulo de entrada con una taquilla individual para cada miembro de la familia (¡la organización es la clave cuando se tiene cuatro hijos!), un espacio abierto de estar/comedor que da al jardín norte a través de persianas de madera y una cocina de tamaño casi comercial. En el lado más meridional de la casa, escondido tras el garaje, hay un gimnasio totalmente equipado para el negocio de entrenamiento personal de los propietarios. La primera planta está destinada a zona de noche y es aquí donde se concentra la mayoría de dormitorios de la casa. Dada las necesidades de alojamiento que requiere una familia numerosa, la distribución ha sido clave para lograr la máxima eficiencia y optimización del espacio. Un último tramo de escaleras conduce hasta el desván cuya función puede variar en función de las necesidades familiares.
A la hora de vestir la vivienda, esta ha apostado por un equipamiento funcional y resistente, de líneas sobrias y de inspiración escandinava. Maderas claras como el fresno, hormigón natural para suelos y encimeras, ladrillo reciclado pintado y latón, encabezan la lista de materiales empleados en el proyecto. Como particularidad está el hecho de que todos los materiales son de origen local y, en mayor o menor medida, ambientalmente sostenibles.