En el cap de Barbaria, al oeste de Formentera, un pequeño bosque de pinos y sabinas se alza al poniente de una parcela donde se halla una casa tradicional de la región, de una arquitectura popular que se desarrolló ampliamente en los siglos XVIII y XIX. Una construcción sencilla, con cubierta inclinada a dos aguas, bien arraigada en el paisaje con sus muros de piedra seca. Marià Castelló recibió el legado y respondido al desafío con esta vivienda compuesta por la casa de piedra original y una volumetría de hormigón complementaria, fragmentada, adaptada al terreno y manteniendo intactas las fachadas características de este modelo arquitectónico heredado y reconstituido desde una concepción actual. Así, el resultado, además de no desvirtuar la construcción preexistente, se integra ejemplarmente en el frágil entorno.
En la memoria del proyecto, el siguiente párrafo ilumina uno de los procedimientos del diseño adoptado: "Respecto de la volumetría de la ampliación destacan las visuales que atraviesan el espacio a través de los intersticios entre los diferentes módulos, de geometría ortogonal, que configuran las cuatro habitaciones (con baño) de la planta baja. El más importante de estos intersticios es la transparencia que establece el contacto entre la ampliación y la vivienda tradicional. Este contacto sutil ayuda a clarificar los límites de cada edificación. Los citados intersticios transversales se reproducen en la planta sótano, generando patios de iluminación y ventilación que dan calidez a las estancias inferiores a la vez que transforman la manera de relacionarse con el entorno".
En la relevancia dada a las nociones de "intersticio" y "transparencia" reside el modo casi musical –como el acorde justo– en que la construcción moderna se une a la tradicional. Pero ese nexo entre lo nuevo y lo antiguo no solo se ha construido a través de la concepción espacial, sino también mediante el tratamiento de los materiales, con una paleta reducida que vincula el proyecto a las texturas del paisaje. En la planta baja, pavimentos interiores y exteriores de hormigón pulido. En el sótano, piedra caliza Capri. Se han dejado vistos los cerramientos originales de piedra del lugar. La carpintería exterior es de madera de iroco, al igual que las vigas del forjado de la casa primitiva, mientras que la carpintería interior es de DM lacado en blanco.
En las zonas ampliadas, los forjados inclinados de las habitaciones permanecen a propósito sin revestir, con su hormigón al desnudo. En los dormitorios, tanto las camas y los cabeceros como los armarios se han ejecutado en obra, como piezas incorporadas a la arquitectura o emergidas de ella. Las pérgolas, con estructura de acero lacada en blanco, sostienen y encuadran paneles de caña que tamizan la intensa luz de Formentera.
Otro rasgo destacable de la vivienda es el diseño de la cubierta plana, recubierta con grava, que permite recoger el agua de lluvia y llevarla a un aljibe para su aprovechamiento para el riego, la limpieza, y como agua sanitaria en la cocina y los baños. Con la misma sutileza en el uso de los "intersticios", el mobiliario reproduce el diálogo entre tradición y modernidad combinando clásicos del diseño mediterráneo, con piezas de Torres Clavé y Miquel Milà, con sillas de esparto realizadas por artesanos locales o mobiliario fabricado a medida, realizado con madera de iroco con acabado natural.