Desde el corazón del paraíso

Casa en Paraty (Brasil), de Thiago Bernardes y Paulo Jacobsen

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ARQUITECTURA-148-7. La casa se integra de tal modo en el paisaje que desde algunos ángulos pasa casi desapercibida

La casa se integra de tal modo en el paisaje que desde algunos ángulos pasa casi desapercibida

ARQUITECTURA-148-4. En el comedor exterior, las sillas Crinoline, diseño de Patricia Urquiola para B&B Italia

En el comedor exterior, las sillas Crinoline, diseño de Patricia Urquiola para B&B Italia

ARQUITECTURA-148-2. Una acogedora chaise-longue invita al descanso en un rincón del salón abrazado por el verde exterior

Una acogedora chaise-longue invita al descanso en un rincón del salón abrazado por el verde exterior

ARQUITECTURA-148-1. El porche, con el techo forrado de madera, es un espacio de transición entre el interior y el exterior que linda con la piscina

El porche, con el techo forrado de madera, es un espacio de transición entre el interior y el exterior que linda con la piscina

ARQUITECTURA-148-5. El interiorismo de Fernanda Marques logra crear una atmósfera cálida y acogedora, con una paleta de tonos neutros combinada con madera

El interiorismo de Fernanda Marques logra crear una atmósfera cálida y acogedora, con una paleta de tonos neutros combinada con madera

ARQUITECTURA-148-8. La doble altura y los muros de cristal parecen incorporar la vegetación a la decoración interior

La doble altura y los muros de cristal parecen incorporar la vegetación a la decoración interior

ARQUITECTURA-148-9. Tranquilas playas de arena blanca recorren esta parte de la costa brasileña

Tranquilas playas de arena blanca recorren esta parte de la costa brasileña

ARQUITECTURA-148-6. Los generosos sofás guardan las proporciones con la grandeza de esta arquitectura

Los generosos sofás guardan las proporciones con la grandeza de esta arquitectura

ARQUITECTURA-148-11. Siguiendo la estricta normativa local, la casa se desarrolla en un solo volumen y con dos plantas para no crear discontinuidades con el entorno

Siguiendo la estricta normativa local, la casa se desarrolla en un solo volumen y con dos plantas para no crear discontinuidades con el entorno

ARQUITECTURA-148-10. El mobiliario de ratán y de maderas locales crea un escenario en armonía con la Naturaleza

El mobiliario de ratán y de maderas locales crea un escenario en armonía con la Naturaleza

ARQUITECTURA-148-12. El azul y el verde introducen una nota de color en unos espacios dominados por el blanco hueso y las maderas

El azul y el verde introducen una nota de color en unos espacios dominados por el blanco hueso y las maderas

ARQUITECTURA-148-13. La terraza del segundo nivel se cierra con barandas de cristal para no entorpecer la visión del mar

La terraza del segundo nivel se cierra con barandas de cristal para no entorpecer la visión del mar

ARQUITECTURA-148-14. Una estructura de acero remata la terraza. Perrito Puppy, diseño de Eero Arnio para Magis

Una estructura de acero remata la terraza. Perrito Puppy, diseño de Eero Arnio para Magis

El espectacular paisaje natural del sur del Estado de Río de Janeiro sirvió de inspiración a los arquitectos brasileños Thiago Bernades y Paulo Jacobsen a la hora de definir el proyecto arquitectónico de esta casa de casi mil metros cuadrados. Brasil cuenta con parajes de gran belleza, pero sin duda este, muy cerca de la ciudad colonial de Paraty, es uno de los más bellos: la mata atlántica tapiza cada centímetro de tierra, mientras que las cristalinas aguas del mar bañan paradisíacas playas de arena blanca.

Para poder gozar de esta desbordante naturaleza, la casa se cerró con enormes cristaleras que permiten que el verde penetre en el interior y la mirada se regocije con la visión de todo tipo de palmeras y flores de intensos colores. El acero fue el material elegido para la estructura de la casa, aunque este no sea en absoluto visible ya que las vigas se revistieron totalmente de madera. Las razones para cubrirlas son tanto de índole estética como práctica: la madera las protege de la acción de la brisa del mar, la salinidad y la humedad propias del clima de la zona. El potente corazón de acero queda así resguardado tras un hermoso refugio de madera tropical que muestra variadas texturas a la vez que dialoga intensamente con el paisaje circundante, haciendo que la casa se integre silenciosamente sobre el terreno a pesar de sus generosas dimensiones.

La normativa local establece que la edificación debe desarrollarse en un solo volumen y con un máximo de dos plantas para evitar, así, atalayas o pabellones de invitados que pudieran crear sensación de discontinuidad con el entorno. Estas limitaciones urbanísticas estimularon la creatividad de los arquitectos, que dibujaron cuadrados enormes, jugando con el acero y el cristal, que se alternan y superponen para dejar entrar el paisaje. Prácticamente no hay paredes, sino paneles de madera cuya principal función es delimitar zonas que controlan la entrada de la luz y el calor.

El gran salón, que se prolonga en un magnífico porche techado de madera que linda con la piscina, es el centro neurálgico de la casa. La encargada del trabajo de interiorismo fue Fernanda Marques, quien supo conjugar las líneas contemporáneas y los diseños de firma con la tradición artesana y anónima del estilo rústico. Este contraste creó una atmósfera actual, cálida y acogedora. Las formas del mobiliario redundan también en permitir la visión del entorno, propiciando los muebles bajos para que no se interpongan entre la mirada y el paisaje.

La paleta cromática se basa en los tonos neutros, con protagonismo del blanco hueso, pero salpicado de discretas notas de azul y verde, los colores que tiñen el bello entorno. El uso de materiales naturales, como el algodón, el ratán o la madera, contribuye a ese diálogo constante con el paisaje que estableció la arquitectura del estudio Bernades Jacobsen. Las terrazas del piso superior, donde se alojan los dormitorios, se proveen de barandas de vidrio para cumplir con su función de privilegiados miradores: desde ellas la vista se extiende hasta el mar, al que se llega tras cruzar una franja verde salpicada de palmeras que establece los límites de la parcela. Aunque los límites, en lugares paradisíacos como éste, no los marca el hombre, sino una naturaleza que difícilmente se deja domar.

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