Decir que 18 metros cuadrados es un piso pequeño quizá sería quedarse corto porque suena a minúsculo, pero el estudio iR arquitectura consigue el milagro de convertirlo en un hogar flexible y acogedor gracias a la estrategia de condensar muchas de las necesidades en un volumen central que las acoge (y recoge). La propia configuración del apartamento tampoco lo ponía fácil, pues se trata de lo que en Argentina se conoce como una ochava, esto es, una especie de retranqueo o recorte que están obligados a hacer los edificios ubicados en las esquinas de las calles con la intención de facilitar la visión de la calle a los peatones.
A esto hay que sumarle, además, el hecho de que se trata de un producto residual de la fragmentación de una vivienda más grande y construida en la década de 1950, donde el hecho de ser la mencionada ochava en un primer piso, presentaba vistas tan abiertas hacia el exterior como expuesta quedaba a la mirada de los peatones. Todo esto, unido a la voluntad del propietario de habitar "un espacio luminoso y flexible", determinaron la estrategia del proyecto.
Y la solución no parecía ser otra que la de demolición de los pocos elementos construidos, dejando fuera solo un pequeño baño. "La apertura completa del muro que conformaba la ochava, permitió ampliar visual y funcionalmente el espacio de uso", cuentan desde el estudio. La incorporación de cerramientos espaciados ofrece un dispositivo nuevo, un diafragma capaz de expandir el uso del apartamento en verano y contraerlo en invierno, "un colchón térmico que, por su geometría y textura, asumirá la responsabilidad de velar la intimidad del Camarín", pues así han llamado al proyecto.
Y la solución maestra viene del hecho de que, sobre los dos muros restantes, se despliega un mueble a modo de volumen, que contiene una pequeña cocina, nevera y lavadora, que si se abre da acceso al baño, organiza los tendidos técnicos, espacios de almacenaje, equipamiento y de paso da cobijo a la cama y escritorio que se relacionan con el resto del ambiente a través de una librería. El resultado es tan aparentemente sencillo como ingenioso y eficaz. Y gracias a la pequeña azotea, se multiplica el espacio, lo que supone un desahogo. Simplemente perfecto.