La Pampa es una provincia del territorio argentino, pero la “pampa” es una categoría del paisaje, y su travesía implica una experiencia de inmensidad espacial. Es una planicie verde interminable como el océano, con el horizonte al final de la carretera y el cielo como una cúpula que –igual que en un barco en alta mar– revela la redondez de la Tierra.
Es en esa rotunda horizontalidad, fiel a esa línea visual, donde se ubica el proyecto del Estudio Ramos para la caballeriza de Ignacio Figueras, jugador profesional de polo. En una extensión de casi 4.000 metros cuadrados, el edificio no solo se tiende sobre la tierra: se hunde en ella para no sobresalir sino a través de una cubierta de hierba. Está compuesto por dos largos volúmenes con muros exentos que, al articularse, crean espacios para funciones diversas. En la planta baja se diferencian el sector social y el que contiene las instalaciones de trabajo y las habitaciones del personal. Las secciones que miran al campo de polo se ocultan detrás de los extensos muros y desniveles retocados del terreno, y solo el centro del edificio queda a la vista, ante un largo espejo de agua.
Ágiles y fornidos caballos de polo argentinos duermen en los establos de un edificio que, como si un arquitectónico duende racionalista deambulara por allí, se despliega sobre la pampa en una reposada horizontalidad.