En este apartamento del centro de Palma de Mallorca reformado por el interiorista Jorge Bibiloni apenas hay muebles ni objetos decorativos. No hacían falta, pues dispone de suficientes elementos trazados a medida, como la chimenea, los lavabos, la cocina (un diseño del propio Bibiloni) y los frisos. El protagonismo absoluto se lo han llevado los materiales naturales empleados: el suelo de espiga, la carpintería antracita, los paneles con molduras y el mármol veteado, presentes en toda la planta. A todos ellos se les ha sumado el latón en forma de lámparas (con modelos de la firma mallorquina Contain, que las fabrica artesanalmente), de manera que se ha obtenido un conjunto clásico y ligero a lo largo y ancho de 250 metros cuadrados.
Así, en una vivienda con 40 años a sus espaldas, con numerosos tabiques separadores al gusto de épocas pasadas y la oscuridad por bandera se ha conseguido que la luz natural la envuelva como un soplo de aire fresco, y que los espacios crezcan visualmente tras conectar el salón, el comedor y la cocina, y eliminar las puertas entre el recibidor y el salón. Ahora sus habitantes, una familia con tres hijos, disfrutan como querían de la amplitud y de sus rincones apenas recargados. Ni punto de comparación.