Esta casa no es un ladrillo (aunque esté llena de ellos)
Con elegancia y voluntad integradora, Tomàs López ha renovado esta casa de los años setenta con un lenguaje que armoniza y pone en valor los elementos originales.
No es lo mismo una rehabilitación que una restauración, sostiene el interiorista Tomàs López, autor de este proyecto de reforma de una casa construida en la década de los años setenta en Sant Just Desvern, en la periferia residencial de Barcelona. La tarea de "rehabilitar" atiende a la contemporaneidad de la intervención, articulando una propuesta sutil e integradora, capaz de crear un diálogo armonizador entre los elementos y materiales existentes y los novedosos, con elegancia y sin estridencias. Importa resaltar, ante todo, el ladrillo –Tomàs López habla de módulo– de 30 cm, una pieza manual que configura fachadas y muros con extraordinaria precisión. Gracias al diseño y las proporciones de este módulo, la arquitectura resultante ofrece una plasticidad y una modernidad imponentes. Algo que ahonda la experiencia estética y emocional del lugar. Las fachadas mantienen su personalidad, y las pequeñas modificaciones (cambios de vidrios y carpinterías, sustitución de vidrios y carpinterías, sustitución de algunos porticones por protectores solares enrollables) mejoran notoriamente sus prestaciones.
La reorganización de los interiores de la vivienda se ha encarado de modo paulatino, a través de actuaciones sutiles y puntuales que mantienen la atmósfera de los espacios más significativos de la casa. En la planta baja, la cocina se convierte (esa gran transformación de las últimas décadas en la arquitectura doméstica) en el centro social y lúdico. El patio posterior es una prolongación del interior, desarrollado a través de la continuidad de los suelos grises y de la abundancia de madera, que entona con los árboles. Hacia dentro, el patio regala luz y el verdor vegetal, que parece, desde dentro, al atardecer, una abigarrada tapicería medieval. En la continuidad con el patio, los interiores buscan una relación con la Naturaleza. A través de la escalera, que nos lleva a los dormitorios, el contacto sensorial es con el suave pasamanos de madera de refinado diseño. Así como en el exterior una frondosa buganvilla ofrece su esplendor lila, los interiores dibujan su propio paisaje cromático, su propio lenguaje en verde, coral, azul y castaño brillante, expresado en diferentes texturas.