Entre casonas neoclásicas con tejado de pizarra, en la población danesa de Risskov, surge esta casa diseñada por el estudio Ardess y perfilada con una geometría rigurosa, con un ángulo agudo en la fachada interior que abre flancos de distinta longitud, acogiendo una zona de porche cubierto y terraza en dos niveles.
La fachada delantera es un modelo de limpidez discreta, de lisura blanca de hormigón cortado por dos ventanales altos que llegan a la cubierta y continúan, a ese nivel, convirtiéndose en claraboyas para los interiores situados al norte y al este. Y sin sacrificar una gota de privacidad. La otra fachada mira al sur y al oeste, y se abre a las terrazas y al jardín.
Tres aberturas transparentes marcan, en el tramo largo de la fachada, el desnivel que organiza, también, los espacios interiores. Las áreas exteriores –terrazas, escalera, un hueco en el fondo del porche a modo de cuadro de paisaje...– están dibujadas para su recreo físico y el placer visual disfrutado desde los interiores transparentes
Los cambios de nivel señalan la diferencia funcional de las distintas zonas, además de dotar de amplitud dinámica a la estricta geometría, a la escueta combinación de materiales que caracteriza el proyecto. La superficie de los interiores es áspera al tacto y suave, casi satinada para la vista (al menos, para ese ojo estetizante que compartimos, seguramente, con nuestros lectores). Esas paredes de hormigón encofrado, con sus perforaciones cónicas, dan marcada personalidad a los interiores, componiendo (con algunos paramentos blancos y los suelos de tablas de madera clara) un interiorismo notoriamente contemporáneo y, a la vez, con sutiles referencias a la tradición nórdica.
El mobiliario ha sido diseñado a medida, con madera y linóleo, incluyendo baño y cocina, puertas, mesas, armarios... El linóleo negro cobra un protagonismo especial, en combinación con el gris oscuro del hormigón enconfrado y con los tapizados (en negro y blanco y grises) y los numerosos objetos (lámparas, sofás, estatuillas...) en negro brillante u opaco. En este paisaje interior casi monocromo (o con el clásico contraste negro-blanco, con preponderancia en este caso del primero), los colores vívidos aparecen –más cerca o más lejos, de manera directa o reflejados– a través de la Naturaleza: el cielo, la vegetación.
Para ello se han abierto ventanales, se han continuado algunos de ellos hasta convertirse (en la cubierta) en tragaluces, se ha elaborado un diseño paisajístico que tuviera en cuenta, justamente, la visión de los jardines desde el salón o los dormitorios. También la distribución de los espacios a partir de la estrategia del desnivel contribuye a crear ángulos de visión inesperados: regalos (frescos y verdes) para la mirada interior. Entre el proyecto arquitectónico y el paisajístico se han tendido puentes para la visión