Espacios con mucha fibra
Casa Sisal en Yucatán (México), de Reyes Ríos + Larraín Arquitectos
Aleks Gallardo
Periodista especializado en interiorismo Coordinador web de Arquitectura y Diseño
Se llama Casa Sisal y se encuentra a media hora de la ciudad de Mérida, cerca de Cancún (Yucatán, México), en tierras míticas de lo que fue el antiguo imperio maya. El nombre de la casa es todo un acierto, porque no solo seduce por su resonancia exótica sino también porque remite al pasado social y económico de esa región, mimada luego por el turismo.
Ocurrió a mediados del siglo XIX que el cultivo de la planta de sisal o henequén y la explotación de sus fibras impulsó el desarrollo económico de la zona, a través de la fabricación y exportación de productos derivados (jarcias, cuerdas, alfombras, alforjas…). El “oro verde”, como se denominó a aquella fuente de fortunas, murió al triunfar el plástico. Y ahora, en esta casa que lleva su nombre, es aludido a través de la inmensa extensión de césped soleado que da ilusión de infinitud al parque.
Una genuina planta de sisal aparece –solitaria, homenajeada– en la alberca llena de nenúfares, un rectángulo de obra perpendicular a la casa. La alberca comunica con una acequia canalizada que bordea parte de la vivienda, donde se han sumergido grupos de papiros. La amplia parte central está abierta al parque y al cielo. En realidad, desde el exterior se divisa un gran porche, un enorme hueco situado entre las dos alas de la construcción. El espacio es a la vez un tránsito entre un lado y otro del jardín, y una zona vacía que separa la zona de estar del comedor y la cocina.
La Casa Sisal es la extensión moderna de una vieja hacienda y sugiere salir y explorar las ruinas mayas que proliferan en la península de Yucatán (siendo las más conocidas las de Uxmal y Chichén Itzá). Antes de acostarse, las personas que la habiten quizá tengan la suerte de ver, en la noche mexicana, un revoloteo de luciérnagas.