Bailarinas de Andy Warhol en la cocina. Una pintura con topos de colores de Yayoi Kusama en el salón, donde se balancea suavemente un sofá curvo (verde y negro) diseñado por Vladimir Kagan. Atractivos elementos del arte pop y del diseño contemporáneo que dan carácter a este piso: una planta baja, en un animado barrio de Bruselas. Liberado (según el proyecto encargado al estudio de Daphné Daskal y Stéphanie Laperre) de varias incómodas subdivisiones, el piso ha ganado en amplitud, armonía, equilibrio volumétrico y proporcionalidad en la distribución de los materiales, en cada zona de la vivienda.
Es en el salón donde apreciamos en su esplendor el nuevo interiorismo que ha revitalizado el espacio. Los elementos coloridos (el sillón verde, la escultura rojo oscuro en la pared, el cuadro con pintas y los floreros azules), vistos desde detrás de las columnas, dirigida nuestra mirada hacia los altos ventanales con marcos blancos (que dejan ver setos verdes y árboles), no le restan una pizca de serena armonía a la puesta en escena. Aportan una contenida animación, junto con el juego de formas curvas que proponen el sillón verde y el sofá gris. La abundancia de luz natural, el suelo de roble francés, la placidez de la alfombra y de las cortinas de lino se confabulan para crear un espacio despejado y un ambiente animoso. La gran apertura visual hacia el exterior permite, en el salón, apreciar esa alianza feliz de elementos cálidos y atemperados.
Pero el ojo es atraído, también, por la riqueza del proyecto de interiorismo que se observa en el resto de la vivienda. Un concepto de interiorismo que plantea un diálogo –cabría decir que muy “entretenido”– entre las piezas de arte del cliente y la selección de los demás elementos del mobiliario y la decoración. La distribución y combinación de los materiales (madera de álamo teñida, travertino titanio, roble francés, metales…) configuran el principio rector del proyecto de interiorismo de Daskal-Laperre y, a la vez, se expresan en cada detalle. En esas placas de álamo teñido que forran la entrada y también en la manija acabada en bronce de la puerta. El diálogo elegante y severo entre los travertinos de mármol y titanio, y el roble francés que se dibuja en el suelo, en el cuarto de baño. Son algunos acordes que resaltan en la orquestación visual de los interiores, en este piso urbano. Materiales oscuros como el sonido del oboe o el violoncelo. Chispas coloridas de clarinetes, flautas o guitarras eléctricas. Y luz de saxo alto. Las artes se interconectan.