En la pequeña escala, el uso del hormigón se ha asociado habitualmente a un tipo de construcción que transmite solidez y peso. Pero en este proyecto, los arquitectos Joan Ramon Pascuets y Mònica Mosset, del estudio Narch, demuestran que con este material también se puede crear una arquitectura doméstica liviana y casi transparente con un inteligente diseño estructural y la valiosa aportación de cerramientos acristalados Technal de grandes dimensiones. El resultado es una casa en el que el hormigón encofrado aporta un toque inacabado y las paredes ciegas dan paso a muros transparentes que difuminan los límites entre el interior y el exterior.
La premisa principal del proyecto fue valorizar al máximo la relación de la vivienda con el entorno natural. La parcela se encuentra en el límite del núcleo urbano de la población de Calders y goza de unas espectaculares vistas despegadas a campos de cultivo, almendros y al parque natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac.
Esta conexión visual permanente se consigue planteando un paralelepípedo regular cerrado a norte y este, en correspondencia de la calle y de la finca colindante, y completamente abierto al jardín y al paisaje a sur y oeste. Las carpinterías de aluminio se instalan de pared a pared y de forjado a forjado, generando una fachada transparente que actúa como mirador.
Lejos de limitarse a la percepción visual, esta relación dentro-fuera se extiende al uso de los espacios, permitiendo a los propietarios moverse libremente entre el interior y el exterior de la casa y disfrutar de cada estancia en función del momento del día, la época del año o de las condiciones meteorológicas. “La idea básica del proyecto – explica el arquitecto Joan Ramon Pascuets – era establecer una relación constante entre las personas y la Naturaleza, permitiendo la máxima libertad de circulación a los usuarios y diluyendo el límite entre la casa, el jardín y el paisaje".
Debido al desnivel de la parcela, se invierte la distribución del programa funcional que utilizan las casas vecinas: la cocina, zona de estar y dormitorios se sitúan en la planta baja con acceso directo al jardín; mientras el estudio y el garaje se ubican en la planta primera, con acceso peatonal y rodado a la calle. La zona de estar se despliega a doble altura, de manera que el espacio interior goza de una gran amplitud visual y de un ventanal doble que se convierte en una “pantalla de gran formato” con imágenes del paisaje.
La estética deliberadamente inacabada de la fachada y los interiores es fruto tanto de la opción arquitectónica del proyecto, que buscó la extrema esencialidad, como de las limitaciones presupuestarias marcadas por la propiedad. “Teníamos que construir con menos de 900 € por m2 – comenta Joan Ramon Pascuets – por lo tanto, todo lo que hemos colocado en la obra tenía que ser imprescindible". Para asegurar el coste de uso reducido de la casa en el largo plazo, gran parte de la inversión se ha destinado a sistemas que generen una baja demanda energética: materiales aislantes en las paredes y la cubierta, cerramientos con elevadas prestaciones térmicas y cristales bajo emisivos. Gracias a todas estas estrategias, la casa ha obtenido la certificación energética clase A.