En las colinas de la región italiana de Liguria, la cubierta vegetal y los muros de piedra de esta casa proyectada por Giordano Hadamik Architects están tan imbuidos del paisaje que apenas se distinguen, a cierta distancia. No podía ser de otra manera ya que los propietarios decidieron construir esta segunda residencia por puro encantamiento ante el paisaje ligur, un banquete para los sentidos y un edén de placidez, según el momento. La familia quedó hechizada, sobre todo, por el vigor áspero de un viejo roble y la finura de un arroyo que baja entre orillas verdes.
Por eso, el proyecto de la casa se ha centrado en la satisfacción generosa de esa “necesidad de paisaje”, y también en las soluciones técnicas que permitieran edificar un hábitat confortable en dos volúmenes de una sola planta (que no perturban con novedades el entorno simplemente porque no se ven) en un sitio empinado y carente de servicios públicos.
La casa no solo no modifica la armonía del paisaje cultivado de la antigua Liguria, sino que sigue su línea, adopta la morfología de sus terrazas, la piedra de sus canteras, la madera de sus robles (en exterior e interiores) y hasta sus hierbas para tapizar el tejado. La entrada a la casa actúa como pivote entre las dos grandes áreas: a un lado, un espacio abierto (salón, comedor, cocina) y, al otro, cinco dormitorios con idénticas aberturas al exterior.
Las oquedades sin marcos mantienen limpia la fachada de piedra, con el único añadido perpendicular de aleros casi transparentes. La terraza de madera está situada frente a la sala de estar, y rodea la piscina de agua rasante desde la que puede disfrutarse del bellísimo valle, cercado de colinas. Y también deslumbra la visión de la propia piscina, contemplándola en relación con las líneas superpuestas de la fachada y del muro de contención y con el perfil sinuoso de las colinas (hacia lo lejano) y en relación, en primer plano, con el tronco del corpulento roble que enamoró a la familia alemana.
Esa alianza entre los elementos arquitectónicos y los naturales no se verifica solo desde lejos, sino en cada palmo del proyecto, permitiendo que la vegetación y el vaivén de luces y sombras configuren un todo, englobando interiores y paisaje. El diseño exterior busca minuciosamente esa alianza, elaborando zonas de tránsito, como el patio techado, donde suelen demorarse largamente las visitas, en inmensos sofás blancos, entre hierbas aromáticas, pinos, matas florecidas, pájaros y toda clase de bendiciones de una naturaleza modulada con sabiduría centenaria por el hombre.
Entre otros aciertos, el proyecto ha logrado preservar las condiciones de permeabilidad del terreno a través del uso combinado de superficies de grava y de madera. Por lo demás, se ha previsto un uso controlado y eficaz de la energía solar y renovable. La pulcritud del diseño interior produce pura calma, con sus espacios amplios y altos, sus superficies ásperas de hormigón, sus muebles de roble hechos a medida, sus acabados en tablas de madera pintadas de un blanco opaco, su piedra natural, sus tejidos en tonos grises y verdes vegetales.