Una pareja de jóvenes empresarios que entre semana trabaja en una zona rural y el fin de semana se convierten en urbanitas, recurrieron a las hermanas Ara y Noa González, del estudio González Arquitectos, para que ejecutaran el proyecto de su vivienda de 120 metros cuadrados en Madrid y que se convirtiera en un lugar de disfrute. Tras una reforma íntegra de la casa, la cocina ha adquirido una posición central, que enfatiza su condición de espacio lúdico y de encuentro, según las necesidades de sus propietarios millennials. El resultado es un refugio versátil, capaz de transformarse y convertirse en escenario de un taller, una fiesta o un salón tranquilo.