Ubicado en el último piso de un renovado edificio de principios de siglo, este piso de 70 metros representa a la perfección el resultado de poner en práctica todos los recursos para ganar luminosidad y amplitud visual. Radiante suelo de madera recién colocado, la elección del color blanco para las paredes y cortinas ligeras, excepto en el dormitorio respondiendo a las evidentes necesidades de privacidad, son sus principales claves. Hasta el más mínimo detalle se ha revisado para que así fuera.
Todas las casas tienen algo que las hace especiales. La combinación de todo lo anterior hace que la protagonista de esta vivienda sea una majestuosa chimenea de color negro que, lejos de empequeñecer y oscurecer la estancia, confiere un alto grado de personalidad y autenticidad a la par que respeta la esencia de la antigua construcción.