Chile: meca de la arquitectura moderna

Casa Rode, de Pezo Von Ellrichshausen, demuestra el arriesgado y efectivo diseño que se desarrolla más allá de los Andes

Aleks Gallardo
Aleks Gallardo

Periodista especializado en interiorismo Coordinador web de Arquitectura y Diseño

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Casa Rode, de Pezo von Ellrichshausen

Casa Rode, de Pezo von Ellrichshausen

Casa Rode, de Pezo von Ellrichshausen

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Casa Rode, de Pezo von Ellrichshausen

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Casa Rode, de Pezo von Ellrichshausen

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Casa Rode, de Pezo von Ellrichshausen

El galardón Pritzker otorgado a Alejandro Aravena en 2016 puso con justicia el foco en Chile, país que ha sabido producir magníficos ejemplos de arquitectura contemporánea en los últimos años (¿estamos ante el Portugal de América?). De entre sus estudios destacados, sobresale el arriesgado trabajo de Pezo Von Ellrichshausen, compuesto por Mauricio Pezo y Sofía von Ellrichshausen. Siempre a la vanguardia, plantaron Casa Rode en lo alto de una suave y continua pradera siempre verde, enfrentada al mar interior de la Isla Grande de Chiloé.

La vivienda es a la vez media y doble. Media, porque es el encuentro interrumpido entre un cono y un cilindro. Doble, porque la sustracción de una forma rectangular en la base de tales figuras genera un par de habitaciones equivalentes en ambos extremos de una secuencia lineal, una dirigida hacia el sol directo y amarillo y la otra hacia el sol indirecto y azul.

Un gran espacio exterior queda contenido entre estos recintos paralelos; un patio parcialmente pavimentado que se protege de la lluvia en dos terrazas cubiertas y del viento desde tres lados. Estos tres lados son espesores funcionales, con gruesos muros vaciados para contener las instalaciones domésticas.

La presencia y la totalidad del recipiente curvo es más bien asimétrica: por una lado se presenta como un imponente y hermético refugio fortificado, por el otro aparece como un gran techo inclinado casi sin muros de apoyo.

Toda la construcción está hecha con madera nativa. La estructura está definida por un despliegue radial de cuarenta y cinco marcos rígidos. Los muros y cielos están revestidos con entablados. El techo cónico se cubre con un manto compuesto por delgadas tejas de alerce. Sabiendo que esta isla no solo es conocida por sus exuberantes mitos y leyendas sino también por su refinada carpintería tradicional para la fabricación de botes e iglesias, la dupla de arquitectos prefirió recordar el delicado artilugio de aquellos olvidados candados de madera.

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