Las casas al sur de Portugal que vas a querer copiar

El Algarve, la preciosa costa en el sur de Portugal, sigue siendo un destino lleno de encanto. Es un lugar tan idílico que cuesta creer que se encuentre a tan poca distancia de aquí. Esta maravillosa tierra, dedicada a la pesca y a la agricultura, ha sabido preservar la singularidad de su carácter y de sus tradiciones, y hoy por hoy representa la quintaesencia del carácter portugués. Sus playas, que recorren más de 200 kilómetros de costa, siguen figurando entre las más premiadas de Europa, con apasionantes rastros de los efectos de la erosión en los acantilados que las resguardan. Una escapada al Algarve es un viaje al centro de la naturaleza que descubre nuestro lado más espontáneo y, por tanto, más auténtico.

En este entorno tan privilegiado como próximo, las casas de The Addresses se revelan como escenarios ideales para desconectar del ajetreo diario y recuperar la esencia. Después de una cuidadosa reforma, la casa Um, en Tavira, una antigua granja del siglo XIX, ofrece su cara más radiante, con lo mejor de la estética contemporánea y un guiño a la tradición a través de piezas atemporales realizadas por los artesanos locales.

Un refugio único, listo para ser disfrutado, con las paredes encaladas y una gama cromática inspirada en el entorno más próximo.

Muy cerca de ella, en Olhão, la Casa Dois brilla con luz propia gracias a una suma de detalles arquitectónicos que la dotan de un carácter único. La intensa luz de Portugal se cuela en los espacios de estas dos casas de vacaciones –y de todas las que ofrece The Addresses– a través de sus amplios ventanales.

Las grandes aberturas en dormitorios y baños convierten el paisaje en protagonista de las casas. Interior y exterior se funden para crear una experiencia aún más apasionante.

Y con la complicidad de los materiales naturales, que contribuyen a relajar el espíritu: una alfombra de rafia cubriendo el suelo del salón, unas confortables sillas de madera alrededor de la mesa del comedor o unos elegantes jarrones de cerámica junto a la escalera.

Las zonas comunes, como el salón o el comedor, están diseñadas para que los momentos en compañía rebosen calidad. Todo está dispuesto para que una reunión alrededor de la mesa o una conversación informal se conviertan en el mejor momento del día. En la Casa Dois, una escalera en espiral comunica un pequeño patio de paredes blancas con una terraza donde se puede contemplar la Ría Formosa. Rincones especiales que son el testimonio de instantes de felicidad que se recuerdan toda la vida. Refugios que mantienen a raya la contaminación y el ruido; burbujas a las que siempre apetece volver. Y con el aliciente de que se encuentran a poca dis- tancia de nuestras queridas pero saturadas ciudades. Basta alargar un poco el brazo para tocar estos paraísos con las puntas de los dedos.