Dicen que hay que tener amigos hasta en el infierno, y si llega el verano y hace calor, lo mejor es que además, tengan piscina. En la redacción tenemos la teoría de que hay que tener amigos lo primero, y que si tienen piscina eso que nos llevamos. Infierno o paraíso va por gustos, pero claro, después de ver esta casa, que se desborda literalmente sobre un acantilado de la ciudad de en Guarujá, en el estado de São Paulo, y que cumple todos los requisitos, lo que queremos es hacernos amigos de los propietarios y que nos inviten. Y no tiene pinta de que vaya a ser muy infernal aquello.
El estudio brasileño Carolo Arquitetura e Restauro, con Felipe Carolo al frente, son los artífices de tamaña joya, una vivienda de 700 metros cuadrados y cuatro niveles, concebida en la década de 1980 y con un proyecto inicial de Ricardo Caruana, precursor de la construcción en madera en Brasil. La vivienda estaba bastante deteriorada por el clima al que estaba expuesta, debido a su ubicación, que requería mucho mantenimiento. Cuando el estudio se hizo cargo de la que sería la primera casa de vacaciones de los propietarios, la idea era solo hacer las reparaciones y mantenimiento necesarios para la conservación del edificio, pero tal y como asegura el propio estudio, “lo que no imaginábamos era a dónde llegaríamos con este proceso”.
Una ubicación única
"La casa, ubicada cuesta arriba, en fuerte pendiente y con una altura en el área social de aproximadamente 60 metros sobre el nivel del mar, tiene una ubicación única y una gran vista que enmarca los ambientes, el mar y la naturaleza que la rodea. Además, la casa había sido ampliada varias veces desde su construcción. Y el cliente incluso la había comprado con los muebles del anterior dueño".
La casa, de cuatro plantas, presentaba cinco suites, áreas sociales, baños y hasta sauna. Pero cuando el estudio hizo un informe de las posibilidades, presentó una propuesta que "entusiasmó al cliente. En él planteamos un nuevo proyecto de iluminación, interiorismo, paisajismo, decoración y nuestro mayor cambio, que serían las fachadas de la residencia. Propusimos nuevos marcos, eliminando así la mayor parte de los obstáculos que pudieran entorpecer la mirada desde el interior de la residencia hacia la naturaleza. También planteamos la apertura de todos los espacios, que antes estaban compuestos por puertas, por piezas de mampostería, ventanas troqueladas, ventanas fijas, ventanas de piso a techo, enmarcadas en madera y con mucha más transparencia y ligereza. De esta forma, se aumenta no solo la iluminación natural sino también la ventilación en toda la casa".
La idea era una un proyecto limpio, elegante, práctico y lo más básico posible, porque con la ubicación única, agresores como el clima, el viento o la iluminación, la casa necesita mucho mantenimiento.