Una casa moderna perfecta para la nueva convivencia
La casa de Jeremy Bull, al frente del estudio Alexander & Co, refleja una arquitectura al servicio de la peripecia vital de las personas. Sucesivas renovaciones han hecho de esta construcción de comienzos del siglo xx un lugar capaz de encajar con modernidad y funcionalidad los cambios familiares y las nuevas necesidades. Un proceso que ni mucho menos ha llegado a su fin.
Esta casa parece una representación de la idea de "lo inacabado": la noción de una casa que está siempre en construcción, buscando su mejor figura. Tenemos, por un lado, una vivienda de estilo victoriano datada hacia 1900, en los suburbios de Sídney. Y tenemos, por otro lado, una familia en crecimiento que deseaba habitar espacios holgados, con expresividad en los materiales y el arte de la arquitectura como estímulo para la educación. Para los niños pequeños la casa debía ser capaz de contar cómo ha sido construida, mostrar sus claves estructurales y cuánto los materiales pueden potenciarse entre sí, ofreciendo espacios claros y sorprendentes.
Inspirada en Alvar Aalto y Louis Kahn, la casa tiene una filosofía ligeramente modernista, y la estructura de pino y la piedra de Carrara transmiten una sensibilidad escandinava. Con tres renovaciones en siete años, la Bondi Junction House ha aumentado paulatinamente el tamaño de las habitaciones en perjuicio del número de pasillos, que, por lo demás, sirven como espacios de pausa con vistas al jardín. El proyecto favorece la función de la arquitectura como instrumento de renovación. Cada cambio (de adición o modificación de los espacios) corresponde al nacimiento de un nuevo hijo, hasta llegar, por ahora, a cuatro. Y cada giro del proyecto (cuentan los arquitectos) representa otro punto final provisorio.
El hogar es un soporte para el cambio continuo, justo como deseaba la familia: los espacios se alteran, los acabados varían, los materiales y el mobiliario evolucionan según las necesidades de la familia. Los viejos suelos de madera de la primera renovación han sido reemplazados por baldosas y zócalos de piedra. Las habitaciones han recibido acabados robustos, capaces de sobrevivir a las escaramuzas de los niños. La casa, dinámicamente, explora todas las escalas posibles, dentro del bloque compacto, con techos de cinco metros, yeso pulido, estuco, madera de pino, piedra en formatos y tamaños diferentes. Una escalera iluminada por la luz que llega desde el jardín. Una jirafa de paño asoma por la ventana de los niños, quizá preguntándose si ha de cambiar de sitio. Desafíos de diseño y de ritmos de resolución.