Los propietarios de esta vivienda revestida de madera negra tenían ya gusto por la tipología de las cabañas y, cuando descubrieron una casa construida hace ochenta años en un terreno boscoso, en una ladera que mira al valle Horskiá Kamenice (en Chequia), le encargaron al estudio de arquitectura Mjölk un proyecto de reforma significativa. El enlucido gris del exterior fue reemplazado por paneles de madera, que recibieron un tratamiento de "quemado" según la técnica japonesa Shou Sugi Ban, retomada y difundida fuera de su país por el arquitecto Terunobu Fujimori. Este proceso de quemar levemente la superficie de la madera conlleva beneficios prácticos: la capa carbonizada es impermeable, retarda el efecto del fuego y protege de los insectos. A las termitas, la madera carbonizada no les apetece.
Las fachadas ennegrecidas son perforadas por una gran abertura acristalada, por ventanas rectas y por dos, circulares, que son como ojos de buey enfocando el bosque enmarañado. Pero los arquitectos utilizan un símil más preciso; dicen que esos huecos redondos en los extremos del hastial (en la parte superior triangular de las fachadas) mutan visualmente la casa en "una pajarera cubierta de maleza". En el interior, el espacio habitable original persiste, pero el techo fue en parte eliminado, para dar espacio a una doble altura que expone las vigas de madera. Aparecen dos nuevas zonas de noche en la planta superior. Y el arquitecto diseñó una cabaña más pequeña, para una sauna y un dormitorio de invitados. A dos aguas, más empinada, pero con el revestimiento y las aberturas circularen que la certifican como hermana menor.