Así se ve el mundo desde una casa sobre los acantilados
La escarpada costa de esta zona del Algarve es siempre visible desde esta casa de Christian Sintes, que proclama su apego al paisaje desde su nítida modernidad
Tan apegada está al paisaje como proclama su nombre con orgullo topográfico: Casa da Rocha (casa de la roca). Así lo deseaban sus propietarios: una casa que diera la impresión de haber estado siempre allí, entre los acantilados de un ocre rojizo del Algarve, mirando al Atlántico. El proyecto de Christian Sintes, de la rma LUV Architecture & Design, logra empatía con el entorno a través de una modulación del lenguaje arquitectónico contemporáneo con materiales naturales. Es así como se ha integrado esta construcción nueva (con soluciones y sistemas de referencia actuales), entre pinos y rocas, al borde del mar. El diseño orienta rotundamente los espacios hacia las vistas al sur (árboles cercanos, mar infinito) y garantiza una ventilación natural en toda la casa. Amplios ejes visuales atraviesan los interiores y los comunican con diversos espacios exteriores. El jardín con vegetación autóctona contribuye a incorporar la casa a la Naturaleza de la costa. La vivienda está compuesta por una sola planta, con cuatro muros de piedra que cierran el terreno en los lados este y oeste. El juego de cubiertas inclinadas que corona los muros dota a los interiores de gran riqueza espacial. La distribución de las estancias gana en proporcionalidad. En la cocina, nace una isla de ocho metros que se extiende a lo largo del comedor y la sala de estar, uniendo estos espacios de intenso intercambio familiar y social. Una gran mesa de roble centraliza las actividades culinarias.
La mirada busca el mar (y lo encuentra por todas partes), pero la atmósfera de la casa también atrapa sin competir con la esplendidez del paisaje, sino apelando a la nobleza de la materia. Los materiales hablan a través de sus formas y funciones, y también por sí mismos (como Naturaleza). La piedra ameada local del pavimento exterior. El roble claro del pavimento interior. La mesa de roble macizo coronada por una isla de granito, en la cocina. Las carpinterías interiores de madera lacada semimaciza. Los tejidos de nudo grueso hechos a mano. Texturas “táctiles” que entonan un contrapunto con los objetos sofisticados de sutil diseño y con el rigor abstracto de las obras de arte. En la habitación principal impera tanto la calma de los materiales como la vivacidad de la geometría: doble altura, vigas, travesaños, balcón volcado sobre la cama. Más allá, terraza, piscina y mar.