Una casa con Naturaleza propia que haría las delicias de Madrid Central

El estudio Ábaton ha transformado una casa de los años sesenta en Somosaguas en una vivienda permeable para que el jardín penetre en su interior.

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El largo porche de pilares de hierro y techo de hormigón es un guiño al maestro Mies van der Rohe.

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El comedor exterior se ha equipado con una mesa realizada con dos tableros de madera de teca lavada y perfiles de hierro como patas, de Batavia, y las sillas de acero lacado Monceau, de Fermob. Al fondo, las butacas con respaldo curvo C170, de Mut Design para Expormim.

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Los arquitectos generaron vacíos en la construcción original no para que la casa se asomara al jardín, sino al revés, para que este penetrara dentro de las estancias y se convirtiera en una presencia vivificante.

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En la zona de lectura reina una butaca Uchiwa tapizada en dos colores, diseñada por Doshi Levien para la firma Hay. Mesa de centro en metal y roble Nimbus, de Heerenhuis. Lámpara IC S2, de Michael Anastassiades para Flos.

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Uno de los salones, con el sofá Mah Jong, de Hans Hopfer para Roche Bobois, y una mesa de centro en madera de teca de Indonesia, que en sus inicios se empleó como telar. La butaca roja retapizada Skipper es un diseño de Svend Skipper. Ambas, en Batavia.

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Cocina, de Artificio. Taburetes en roble y piel CH56, y sillas de office CH88, de acero lacado, tapizadas y con respaldo de roble, diseño de Hans J. Wegner que edita Carl Hansen & Søn. La mesa Tulip, creación de Eero Saarinen, es de Knoll.

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Frente a la chimenea hay dos butacas coloniales OW149 en piel y roble con diseño de Ole Wanscher, de Carl Hansen & Søn. La lámpara de pie y la mesa auxiliar, de Santa & Cole, son dos diseños de Miguel Milá para las oficinas centrales del FAD.

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En el comedor destacan la mesa rectangular de nogal Cena, de Zeitraum, y las sillas Conference, un diseño de Eero Saarinen que edita Knoll. Las lámparas de suspensión Utzon JU1 son de Jørn Utzon, producidas por &Tradition.

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Mesa de centro Tribeca, de Jean-Marie Massaud para Poliform. La mesa auxiliar, de diseño danés, procede de Batavia. Lámpara Fontana, creada por Max Ingrand para FontanaArte. Sofá, modelo Neowall, diseño de Piero Lissoni para Living Divani.

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En el espacio diáfano donde se ubica la escalera de comunicación de las plantas se ha creado un estudio con las sillas Plastic Armchair, de los Eames, editadas por Vitra. La lámpara de escritorio es de Tunto, y el puf de lana gris, de Pols Potten.

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Dormitorio principal con daybed de madera de roble al jabón y piel, diseño de Ole Wanscher para Carl Hansen & Søn. Chaise-longue, modelo MR, diseño de Mies van der Rohe editado por Knoll, y lámpara de pie diseño de Miguel Milá, de Santa&Cole.

No lo parece, pero esto es una reforma. El estudio Ábaton ha transformado una construcción maciza y compacta en una vivienda permeable a la visión de la Naturaleza, “perforada” por amplias aberturas al jardín.

Al deseo explícito de disfrutar de una casa que pudiera vivirse desde el primer día, los arquitectos del estudio Ábaton idearon un atajo en el tiempo: la adquisición de un edificio bien construido, con un jardín ya consolidado y que permitiera una reforma al modo contemporáneo. “Queríamos que, una vez terminada la obra, pareciese que llevase allí toda la vida”.

Y así fue. Los clientes eligieron una casa de los años sesenta en Somosaguas, con un espléndido jardín, pero demasiado maciza y compacta. Todo cambió a medida que esa dura envolvente era sistemáticamente “agujereada”, modificando y renovando las formas y los usos de la casa, mientras el jardín penetraba por los huecos abiertos en la cáscara.

Factor decisivo en la culminación feliz de este proyecto ha sido la complicidad con el propietario, “que tiene un amplio conocimiento de arquitectura y es gran admirador de los maestros del movimiento moderno. De ahí el guiño a Mies en el sistema de pilares del porche”, informa Antón Pérez Panizo, de Ábaton. Se trata del amplio porche longitudinal, bordeado por castaños de Indias, cuyas copas dan sombra al dormitorio principal, en la planta superior.

En esta zona (la suite) puede verificarse una gradación espacial de la privacidad, entre el vestidor, el dormitorio y el baño, creando intimidad y a la vez la sensación de estar siempre abocados a la Naturaleza. Quedémonos un momento en el dormitorio: las ramas de los castaños proyectan sombra sobre la losa de hormigón arquitectónico (líquido) que cubre el porche.

La arquitectura es un espacio compuesto no por toda la variedad entretejida de su contenido: muebles, materiales, texturas, colores, árboles... Una asociación serena y vivaz de detalles. Como la delicada escultura de raíz tropical lacada, que exhibe su pequeña forma retorcida delante de la escalera principal, pieza clave de la reforma, escultura en sí misma que comunica las plantas y a la vez participa del interior y del patio exterior.

Se trata, finalmente, del “hogar” que los propietarios querían habitar casi desde el primer día. Y nadie reconocería la casa original. Ni por sus porches modernos ni por sus revestimientos (acuapanel, piedra de canteras españolas, madera de roble en suelos interiores). Ni por los arces japoneses y los alcornoques de nueva plantación.

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