Una casa a medio camino entre el arte y el paisaje
La reforma de esta casa de Madeleine Blanchfield Architects ha girado en torno a la eliminación de paredes superfluas, la apertura a patios exteriores y a las espectaculares vistas de la bahía de Sidney y, de manera especial, la búsqueda de sitios no convencionales para la exhibición de las numerosas obras de arte que coleccionan los propietarios.
Amantes del arte, los propietarios de la casa sintetizaron su ideal de vivienda mostrándoles a los arquitectos del estudio Madeleine Blanchfield una litografía del siglo xvii titulada Maravillas de las cosas creadas y aspectos milagrosos de las cosas existentes, con la imagen de cinco peces pequeños con rostro humano, nadando. Los encargados del proyecto comprendieron que su misión consistiría en la creación de una casa serena, inspiradora, algo caprichosa, peculiar y profundamente personal. A partir de una construcción de los años cincuenta del siglo pasado, situada en los suburbios de Sidney (Australia), el proyecto ha tendido a “vaciarla” de zonas oscuras y desconectadas, dejando solo las columnas y las vigas estructurales. Eliminadas paredes superfluas y abiertas grandes ventanas a los patios, la luz se difunde ahora raudamente por toda la casa. Al despejar los interiores y dirigirlos hacia las vistas, a la cocina le ha tocado la suerte de ocupar el centro de una variedad de espacios abiertos. Las numerosas obras de arte que coleccionan los propietarios han encontrado ubicación (disminuida la existencia de paredes) en diversos lugares, esmerándose los diseñadores en esta tarea de modo creativo. Los diversos patios fueron concebidos como “cajas de arte” y cada pieza ha hallado, en todas las estancias, su propio sitio. Los arquitectos remarcan el hecho de que, en realidad, el proyecto es una obra compartida con los propietarios, y que la manifiesta cohesión y los contenidos de la casa “les pertenecen”. El diseño explora formas de vivir en medio del arte y del paisaje. Los espacios encarnan el carácter, las pertenencias, las ideas, las historias y los recuerdos de la familia. Y propician escenarios para la paulatina formación de nuevos contenidos. Las “maravillas” de la antigua litografía –felices
y humanizados peces en el agua– parece haberse realizado.