La llaman Casa Odyssia, porque Odiseo, navegando por el mar Jónico, al parecer recaló en Corfú, antes de arribar a su hogar en Ítaca, y quizá así fue. En todo caso, esta isla pertenece tanto a la leyenda como a la realidad del ocio contemporáneo, y por eso sus autores esperan que sea refugio para anónimos odiseos hartos de la vida urbana. Proyectada por Krak Arquitectos, la casa se asienta en un paisaje verde, a 250 m de altitud. Ha encontrado espacio entre árboles y rocas, y emerge del suelo buscando una posición y una orientación ideales. Emerge, toda de hormigón, alrededor de un pilar central, y gira hacia el sudeste, abriéndose al horizonte.
Fabricado en el lugar, el hormigón en bruto crea espacios, límites y vistas, entre los olivos y las piedras, en una lógica de movimientos sin fin. Las geometrías simples, la materialidad áspera y pura del hormigón son elementos que aportan una gran potencia visual, una existencia arquitectónica contundente y a la vez sobria, respetuosa y versátil en su asimilación y entrega al paisaje. Con grandes aberturas, áreas que funcionan como terrazas casi exteriores. Una claraboya esférica inunda de luz natural la sala de estar, proyectando atractivos claroscuros sobre suelos y paredes. Sus autores aspiran a que la casa salte imaginariamente desde Corfú hasta la isla adonde se dirigía Odiseo, para que se comporte, para sus habitantes, como una 'Ítaca' feliz: "Solo entonces, los bloques de hormigón se transformarán en una vivienda con cualidades espaciales de racionalidad y sueño", dice Konstantinos Stathopoulos, del estudio Krak.
Vista desde fuera, desde todos sus lados y desde arriba, lo cierto es que –se la mire por donde se la mire- la arquitectura es perfecta: una composición geométrica elaborada con unos pocos bloques gruesos, horizontales y verticales, y con aberturas, con entradas techadas hacia el interior y con salidas en forma de terrazas y piscina hacia el exterior, con perfiles quebrados y una cubierta lisa con una esfera vacía por donde penetra la luz a chorros.