La diseñadora de interiores Anna Gawlik (Anke Design Studio) trabajó codo a codo con los propietarios para renovar radicalmente la casa que –la familia crecía- se había quedado pequeña y desactualizada. Con materiales austeros y una estética despojada, el proyecto de Gawlik separa claramente el espacio en áreas distintas, con los dormitorios en la planta superior, la sala de estar y el comedor en la inferior y el estudio en el sótano. La nueva distribución ha tenido la virtud de liberar la planta baja de espacios superfluos, creando una amplia zona común para toda la familia. Alrededor de la chimenea como centro físico y simbólico de la casa, se han dispuesto las áreas de estar, el comedor y la cocina. Una gama de colores y de materiales apagados une armoniosamente los espacios. El suelo de concreto industrial se extiende por toda la casa, incluida la terraza, mientras las paredes y el techo están recubiertos de microcemento, con una textura parecida al estuco que trasmite al ambiente una acariciadora calidez. La madera de roble (en paneles, en muebles, en la escalera) complementa el cromatismo en blanco y gris.
Por lo demás, el código austero que define el interiorismo no impide la caracterización personal de la vivienda, a través de la colección de objetos decorativos y de los numerosos libros sobre arquitectura y diseño que ocupan la gran estantería metálica que va del suelo al techo, obra de Anke Gawlik.