Disfruta de las vistas de esta casa de hormigón en Chile incrustada en el paisaje

Esta vivienda de hormigón integrada en un acantilado de Bahía Azul (Chile) te va a sorprender. Diseñada por Felipe Assadi y Francisca Pulido, respeta la pendiente del terreno, con vanos que siguen el peculiar desnivel.

La integración en el paisaje es una de las máximas que persiguen los arquitectos contemporáneos a la hora de diseñar sus casas. Como mostró de forma magistral Frank Lloyd Wright con su Casa de la Cascada, el entorno puede ser el motor de una edificación, el leitmotiv, la inspiración más importante para un creador. 

La historia de la arquitectura está llena de casas acopladas al paisaje, y la casa Bahía Azul de Felipe Assadi y Francisca Pulido estaría en el top ten de esta categoría. Aparece como una roca más sobre el acantilado y, en ella, se desarrollan diferentes semi-niveles que hacen que, por dentro, funcione como una casa convencional. La vivienda es una caja sintética y abstracta con una serie de vanos que siguen el peculiar desnivel del terreno. 

 

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La hilera de árboles pone el acento en la entrada y, asimismo, garantiza la privacidad de los habitantes de la casa. 

Como una roca sobre el acantilado emerge esta casa de hormigón en Bahía Azul, un proyecto de Felipe Assadi y Francisca Pulido cerca de Los Vilos-Coquimba (Chile) que los arquitectos definen como "un pabellón que se inclina para absorber la pendiente de la ladera donde se emplaza".

En esta diagonal se desarrollan diversos semi-niveles que se relacionan de forma que por dentro funcione como una vivienda convencional. Hacia afuera, no obstante, las vistas se ordenan por una serie de huecos que siguen ese peculiar desnivel.

 

La vivienda establece un diálogo con el mar en su terraza parcialmente cubierta. La interacción con el paisaje es constante a lo largo de la casa. 

A un costado de la casa, los arquitectos concibieron un taller de pintura, un pequeño recinto que, desde su acceso, aparece como una prolongación del suelo y desde la pendiente resalta como una pieza incrustada en el cerro. 

Los interiores conservan la textura de la construcción. El mobiliario que se ha escogido para decorar los espacios es en tonos neutros. 

Con este diseño tan particular, los arquitectos buscaban que los dueños pudieran disfrutar al máximo de la ubicación de la casa.

El taller de pintura, que terminado de definir como la prolongación de su propio vano, media entre el mar y un pequeño jardín interior en su acceso, antecedido por una estrecha escalera excavada en la roca, deja al usuario aparte de todo.

 

Las líneas simples del mobiliario tienen el objetivo de no restarle protagonismo al excepcional paisaje que se cuela por las ventanas. 

casa de hormigon en Chile

Los vanos, desde la lejanía, cobran una relevancia distinta a la que tendrían como mera ventana. Deforman la pieza llevándola a un aspecto de ruina, sin detalle, sin accesorios ni desarrollos posteriores a la síntesis inicial. 

casa de hormigon en Chile 2

Un ancho pasillo que se distribuye en la parte baja de la vivienda, ofrece la posibilidad de jugar con la arquitectura y crear un inesperado juego de luz solar.

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